Unos zapatos junto a la fuente

Publicado el 07 mayo 2014 por Lourdesms
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“Escuchamos lo que pensamos, y también lo que no queremos pensar.” Esta era la frase sobre la que reflexionaba Jimena mientras paseaba bajo el florecido emparrado. Le gustaba sentir en sus delicados pies el contacto de la hierba recién regada y leer al tiempo, algún libro que pudiera trasladarla al fin del mundo.Era abril, primavera, como hoy. El olor de las buganvillas impregnaba cada rincón mezclándose así con los pensamientos de la joven, razón por la cual, le parecían tan agradables.La Mansión mostraba un ambiente bullicioso en aquella época del año, pero las reuniones sociales no eran plato de gusto para nuestra protagonista. Llevaba días librando una batalla que enfrentaba su aparentemente inevitable y horrible presente contra su querido y preciado pasado; sus nombres: Frederic y Samuel. “¡Ese tipo de asuntos se aclaran siempre durante los bailes!”, le había dicho su madre enérgicamente, y lo cierto era que llevaba razón, ¡cuántos furtivos manotazos había visto Jimena antes, durante y después del cotillón, propiciados por despechadas damas a sus desprevenidas parejas de baile!Pronto, un criado sacó a la muchacha del ensimismamiento y la informó del inminente comienzo del baile más esperado: el cotillón y de que su pareja la aguardaba. Su pareja la aguardaba. -   Valor, Jimena- se dijo-. Estas cosas se arreglan siempre durante los bailes-. Se subió la parte delantera de su vestido de gala y corrió al salón. Un hombre elegante vestido de frac la esperaba en la terraza con aire de impaciencia; cuando se encontraron, se cogieron del brazo en el más absoluto silencio y ocuparon sus respectivos sitios en la pista de baile. La música dio comienzo.
-   Te noto más baja de lo habitual, Jimena-. Dijo el hombre con un punto de extrañeza en la voz. Ella se mordió el labio inferior.-   He olvidado los zapatos en el jardín.-  Seguramente has estado allí escondida pensando y soñando como las heroínas de tus novelas y se te ha ido la noción del tiempo. -   Así es, Frederic.-   Es indecoroso. Todo el mundo ha preguntado por ti; he tenido que excusarte cientos de veces. Espero que por lo menos la reflexión haya servido para algo.-   Así es.-   ¿Y has decidido algo respecto a nuestra boda? Hemos de decidirlo ya; todos esperan a que tú…- La conversación se vio interrumpida violentamente debido a un súbito intercambio de parejas durante el baile. Ahora, ella bailaba con otro hombre exhibiendo un gesto inerte y pétreo mientras que Frederic, impaciente y agitado, la seguía con la mirada buscando la esperada respuesta en su expresión, pero no logró discernir nada. La muchacha estaba tan absorta bailando que no había reparado en que su nueva pareja era Samuel, pero en cuanto lo hizo, se puso de puntillas súbitamente al tiempo que se le ruborizaban las mejillas, lo que él advirtió mostrando una sonrisa.-   Me alegro de que por fin hayas bajado de tu  mundo. Has vuelto a olvidar los zapatos junto a la fuente, ¿verdad?- Dijo guiñándole un ojo-. Por cierto: Buenas noches, señorita; empezaba a creer que volveríamos a intercambiarnos sin habernos saludado debidamente.-   Pensaba que estarías camino de París-. Contestó ella carraspeando antes y después de la frase.-He pospuesto la salida para esta noche. Estaba ya en el Expreso cuando descubrí una providencial nota anónima en el bolsillo de mi levita, lo que me obligó a cambiar los planes- Hubo silencio-. Frederic se está viendo a escondidas con la criada de los Dawson, por lo visto ella ha quedado embarazada. Su intención es la de…- El protocolo del cotillón obligaba a un nuevo intercambio, así que Jimena, con un gran interrogante dibujado en su cara, se vio de nuevo violentamente arrojada a los brazos de Frederic.-   ¿Ese caballero era Samuel?-   Sí.-  ¿Aceptarás mi mano?- Preguntó él de improviso con un marcado acento de angustia provocado por los celos.-   ...-   Yo te quiero-. Jimena esbozó una sonrisa de escepticismo, que fue captada erróneamente por Frederic como una muestra de aceptación a su declaración, pero ella añadió:-   Creo que antes de prometerte conmigo deberías hablar con la criada de los Dawson. Yo, por mi parte, saldré hacia París esta misma noche-. Él dirigió una vergonzosa y violenta mirada a su alrededor temiendo que alguien hubiera escuchado aquel comentario.-   Confío en que este desliz quede entre nosotros-. Susurró apretándole sus manos con fuerza. ¿Cómo lo has sabido?-   Lo sé; razón suficiente para no casarme contigo.-   ¡Qué desfachatez! Los negocios de nuestros padres se irán al infierno-. Ella paró de bailar súbitamente adoptando una posición firme y erguida.-   He de invitarle a que haga usted lo mismo, señor Sullivan-. Contestó. Justo cuando la tónica final hubo sonado y las parejas participantes en el baile conformaron la figura denominada “Saludo final”, un sonoro manotazo se hizo eco en la sala y una muchacha salió triunfante del salón corriendo a gran velocidad gracias a haber cometido, minutos antes, la torpeza de olvidar sus zapatos junto a la fuente del jardín.