Informe elaborado por ASSI – Acción Social Sindical Internacionalista
con la colaboración de Daniel Sorando – Doctor en Sociología – UCM
Zaragoza. 28 de abril de 2015
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INTRODUCCIÓN.
POR QUÉ Y PARA QUÉ “ESTUDIAR” EL GANCHO
El título no engaña: este informe habla de los planes neoliberales para transformación de la ciudad y de sus efectos sobre quienes la habitamos.
Como veremos en el capítulo 1, se trata de unos planes aplicados en todas las principales ciudades de eso que llaman “mundo desarrollado” (y más allá). En el capítulo 2 comprobaremos que su aterrizaje en el Casco Histórico de Zaragoza (especialmente en el barrio de San Pablo) tiene poco de original y mucho de previsible. Es la última fase de un proceso que comienza hace años (con EBRÓPOLIS en 1994 y el PICH en 1997) y se consolida con los gloriosos episodios de la Expo (2008) y la candidatura a Capital Europea de la Cultura (2010-11). El proceso olía entonces, como hoy, a chamusquina. Por eso nos hicimos la pregunta, nos pusimos a estudiar, tratamos de comprender lo que oímos, leímos y vivimos, comparamos lo que se dice con lo que se hace y pusimos en orden lo que (nos) ocurre, lo que se dice que (nos) ocurre y lo que pensamos que ocurre.
El problema esencial de un proceso como el que aquí se estudia es la acumulación de beneficio privado en manos de una élite y el reparto de perjuicio público entre una mayoría social. Por eso uno de los conceptos más polémicos (casi tabú a día de hoy) es el de “gentrificación”:
La gentrificación es un proceso que implica un cambio en la población de los usuarios del territorio tal que los nuevos usuarios son de un estatus socioeconómico superior al de los usuarios previos, junto con un cambio asociado en el medio construido a través de una reinversión en capital fijo (Clark, 2005: 258).
Por eso mismo nos preguntaremos en qué medida se materializan esas políticas sobre el terreno (en toda la ciudad y en el barrio del Gancho) y cuál es la coherencia entre los medios y los fines de sus planes y programas. Como se comprobará en las siguientes páginas, Zaragoza reproduce “a su manera” los discursos y las prácticas aplicadas ya en cientos de ciudades.
Este informe no es un trabajo académico sino una herramienta política, y eso significa dos cosas.
Primero, que su intención es pensar y discutir sobre política, es decir, sobre quién gobierna la ciudad y con qué intereses (los poderes económicos y su administración), así como sobre quién debería decidir sobre la organización de la vida social (las personas, en colectivo).
Segundo, que el haber sido elaborada por militantes de base del movimiento social no le quita rigor ni coherencia. Rigor, porque toda la información manejada en el informe procede de fuentes bibliográficas acreditadas, fuentes documentales oficiales o de la propia experiencia sobre el terreno (académicamente llamada “observación participante”). Coherencia, porque está planteado, elaborado y presentado en base a los fines que pretende: poner su contenido a disposición de otros colectivos u organizaciones implicadas en el trabajo de base por una vida justa y en paz para todos y todas las que pisamos el suelo. Nuestras intenciones van por delante y nuestra posición también: resulta que hay quien se toma en serio esto de los derechos de todos y todas, y quizá seamos más gente de la que parece.
Sus destinatarios son, pues, todas las personas que habitan la ciudad y piensan que nadie debe vivir mejor que nadie a costa de la desgracia de nadie.
Su objetivo es comprender lo que ocurre, por qué, para qué y por quién.
Esta pequeña aportación al debate es también una invitación al trabajo. Por eso se pone a disposición de quienes participan en el “movimiento social” y sin cuya actividad no hay camino posible hacia esa paz con justicia.
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