Frase gloriosa dl dirigente vasco, que completó con otras perlas como que España ya no es una grande y libre. Al menos acierta en este último extremo porque, teniendo en cuenta que las provincias vascongadas forman parte del territorio nacional, la desigual lucha de las nucas contra las pistolas, cercena esa imprescindible libertad de defender cada un sus ideas y votar según sus personales filias. Urkullu gobierna una autonomía de la que numerosos ciudadanos han tenido que exiliarse porque el precio de pensar de modo diferente al independentismo radical, puede pagarse con la vida, en una suerte de auténtica dictadura, mucho menos flexible que la del autor de la frase de marras. El independetismo es la única idea admitida y admisible en Vizcaya y Guipúzcoa, y contagian irremediablemente a los alaveses; después se anexionan los territorios franceses, con la sutil diferencia de que los políticos de nuestro país vecino tienen menos tolerancia con la estupidez que nuestros dirigentes, habitualmente tan tolerantes con la mal llamada diversidad, que caemos en la dictadura de algunas minorías enloquecidas.