"
Proliferan, en los desahucios por impago de hipoteca, unos cartelitos inocentísimos –si quienes los exhiben están convencidos del enunciado–, o capciosísimos –si están haciéndose los tontos para dar como sea vislumbres robinhoodianas a su acción–, que rezan así: «bancos usureros». Ni artículo ni verbo: puro laconismo revolucionario que no pasa, ni siquiera en la eventualidad capciosa, de perogrullada ridícula y sandez monumental. Porque decir «bancos usureros» no es añadir un epíteto afrentoso, sino un sinónimo.
A nadie se le oculta –salvo en la eventualidad cándida– que los bancos de hoy son tan usureros como los prestamistas medievales; que son, en realidad, usureros venidos a más, con oficinas, ordenadores, aire acondicionado y empleados que urden estrategias destinadas a entrampar al vecindario. No han disimulado nunca su calaña. Muy al contrario: suelen ponerla exageradamente de manifiesto cuando alguien solicita un préstamo, entregando al incauto pedigüeño mil papeles que declaran y reiteran la naturaleza del bien suministrado –dinero contante y sonante–, y en que deben consignarse los nombres de otros incautos que se comprometen ante la ley a pagar la deuda, junto con los intereses, en caso de que aquél no pudiese hacerlo. El incauto, sin estar seguro de que tendrá el mismo salario durante los cinco lustros o más que durará el pago, firma todos y cada uno de semejantes papelotes ante la codiciosa mirada del testaferro, y se marcha ufano a comprar eso que tanto anhela y que tan lejos está de sus posibilidades económicas.
Juan Vicente Yago escritor y profesor
Texto completo en "Diario de Levante"
Blog de Juan Vicente Yago