La seducción es total. Ute Lemper, vestida para matar, maneja a la perfección a su público, sabedora de que está ya entregado de antemano. Tira del hilo y lo va llevando hasta donde quiere tenerlo: callado, expectante, impaciente... Hasta que concluye con un emocionante Ne me quitte pas, que es lo mismo que, entre ovaciones, le suplica al público mientras lentamente abandona el escenario.
La seducción es total. Ute Lemper, vestida para matar, maneja a la perfección a su público, sabedora de que está ya entregado de antemano. Tira del hilo y lo va llevando hasta donde quiere tenerlo: callado, expectante, impaciente... Hasta que concluye con un emocionante Ne me quitte pas, que es lo mismo que, entre ovaciones, le suplica al público mientras lentamente abandona el escenario.