Nacido en Budapest (Hungría) en 1923 pero afincado en París desde los años 50 del siglo pasado, Yona Friedman es un arquitecto que ha desarrollado un sugerente y controvertido trabajo teórico en torno a cuestiones como la movilidad -física y virtual-, las migraciones, la globalización, las relaciones entre ciencia y arte, la construcción sostenible o la necesidad de adaptar las soluciones urbanísticas a las exigencias de la vida moderna. Aunque sólo una pequeña parte de sus diseños arquitectónicos se han llevado a la práctica, sus investigaciones y propuestas han ejercido una gran influencia en algunos de los arquitectos y urbanistas más importantes de las últimas décadas, desde los japoneses Kisho Kurokawa (uno de los principales representantes del grupo Metabolism), Kenzo Tange (autor, entre otras cosas, del Yamanashi Center de Kofu) o Arata Isozaki (que en los últimos años ha desarrollado numerosos proyectos en España) al emblemático colectivo británico Archigram (creadores de un poderoso imaginario tecnológico-futurista).
Este octogenario arquitecto nunca se ha considerado a sí mismo como un creador utópico pues, "tanto desde un punto de vista técnico como social, todos mis proyectos son realizables", asegura. Autor de textos emblemáticos como L'Architecture mobile (1956) o Pour une architecture scientifique (1971), Friedman realizó sus primeros proyectos en Haifa (Israel), donde conoció a Konrad Wachsmann, cuyos trabajos teóricos sobre las técnicas de pre-fabricación y las estructuras tridimensionales tuvieron una gran influencia en la gestación de su propuesta discursiva. Durante su estancia en Haifa, Friedman ya puso en marcha un proyecto en el que intentó que los futuros inquilinos y habitantes de un conjunto de viviendas participaran activamente en la concepción y planificación de las mismas.
En 1958, Yona Friedman publicó su primer manifiesto en torno a la "arquitectura móvil" y fundó el GEAM (Grupos de Estudios de Arquitectura Móvil) que propuso diferentes estrategias de investigación y acción para adaptar la creación arquitectónica a las exigencias de movilidad física y social de los ciudadanos contemporáneos. En su primer manifiesto Friedman señalaba que el conocimiento arquitectónico no podía ser propiedad exclusiva de profesionales y especialistas que a la hora de diseñar un edificio o de planificar una acción urbanística anteponen sus preferencias de índole técnica y estética a los deseos y necesidades de sus futuros usuarios. Para evitar ese monopolio de los expertos, plantea la conveniencia de elaborar sencillas guías -que él llama "manuales" -que, en tono didáctico, expliquen temas relacionados con la arquitectura y la planificación urbanística. No hay que olvidar que, a su juicio, "todo conocimiento humano, por complejo que sea, se puede explicar en un lenguaje comprensible".
Ese impulso didáctico y democratizador le llevaría dos décadas más tarde a adaptar su libro Pour une architecture scientifique (en el que describe su "método científico" de la concepción arquitectónica) al lenguaje del cómic. Una estrategia que Yona Friedman (quien a lo largo de su carrera ha desarrollado una intensa actividad docente ha seguido en otras muchas ocasiones), como en el Museum of Simple Technology de Madras (India), donde recurrió a la utilización de textos y dibujos de trazos muy esquemáticos para explicar problemáticas concretas sobre alimentación, salud... a personas que, en muchos casos, apenas sabían leer y escribir.
La principal materialización de la teoría de la "arquitectura móvil" de Yona Friedman sería su concepto de "ciudad espacial" (ville spatiale). Esto es, estructuras flotantes tridimensionales -en las que la disposición de sus elementos puede variar- que se incorporan al trazado urbano de ciudades, o también a zonas no urbanizables, como embalses, marismas o terrenos agrícolas, con problemas demográficos. Estas mallas modulares sobreelevadas ayudarían a paliar los endémicos problemas de habitabilidad y convivencia que sufren las grandes urbes contemporáneas, pues según Friedman, permitirían multiplicar la superficie habitable en ciudades y zonas metropolitanas colapsadas, creando varios niveles urbanos independientes entre sí, tanto desde un punto de vista estético como funcional, que quedarían conectados por una serie de grandes pilares en cuyo interior habría diversos mecanismos (ascensores, escaleras) que posibilitarían la circulación vertical. "Me interesan los elementos que se pueden cambiar libremente, asegura Yona Friedman, las ciudades en las que lo que hay arriba es independiente de lo que hay abajo (...) y en la que la vida urbana no esté necesariamente a ras del suelo".
Partiendo de las ideas formuladas en su texto Propositions africaines (1958), Yona Friedman ha llevado a cabo varios proyectos en países en vías de desarrollo de Asia, África y América del Sur en los que ha apostado por la combinación de técnicas de construcción autóctonas con métodos arquitectónicos contemporáneos. En este sentido, una de sus iniciativas más emblemáticas es el ya citado Museum of Simple Technology de Madras (India), construido a partir de materiales de la zona como el bambú y en el que puso en práctica una de las nociones que ha articulado todo su discurso teórico: la implicación activa en la concepción y planificación de un edificio de sus futuros usuarios. En esta línea también podemos destacar proyectos de la década de los setenta como la fábrica Dubonnet (Ivry, Francia) o el instituto Bergson (Angers, Francia).