Buenas noches mis queridos amigos. De nuevo con vosotros en este ajetreo de vida que me tiene secuestrado en esta época y que no me deja prestaros la atención que merecéis. Hoy quiero con esta entrada traeros la última de las entregas en las que he ido agrupando todos mis cuentos según características comunes en relación con los temas que tocan, los valores que transmiten o simplemente el entorno al que quiero transportar al lector. En esta entrada todas las historias que agrupo tienen relación con las andanzas de los personajes protagonistas que, en algunos de ellos, se convierten en verdaderas correrías…y no quiero adelantaros nada más.
Pero antes de nada, os quiero contar que en esta ocasión no abro la entrada, como lo he hecho en otras ocasiones, con la imagen de alguna de las ilustraciones que ya les van dando forma, sino que lo he querido hacer con un dibujo de un joven artista que me lo ha prestado. Gracias, Francisco, porque tu arte contiene en su alma el espíritu de mi blog y lo que siempre transmito a mis lectores: que no dejen de ser felices y, sobre todo, de soñar. Gracias por permitirme compartirlo en este blog.Bien, lo primero era lo primero…ahora vamos a por lo segundo…Esta entrada va de algo que creo debemos de fomentar en los más pequeños, algo que, la mayoría de nosotros, hemos vivido y recordamos siempre con un sentimiento especial y, más de una vez, con una sonrisa. Ese recuerdo nos hace revivir tiempos en los que éramos como nos gustaba ser: sin demasiados problemas (ahora diríamos que sin ningún problema) de los que entonces nos preocupaban. Éramos niños, sin dobleces, limpios de lo que la vida después nos ha ensuciado. Éramos como nos hubiese gustado ser siempre y no lo hemos conseguido…quizá, en la mayoría de los casos, por propia supervivencia ante la dureza de lo que nos rodea. Sí, fuimos capaces de vivir nuestras aventuras. Fuimos capaces de construir nuestro mundo con la única herramienta de nuestra mente. Única, única…no, la verdad es que no. Mucho de nuestras creaciones estaban basadas en lo que leíamos. Fuimos aprendices de héroes, de investigadores, de grandes científicos, casi siempre de extraordinarios deportistas, muchas veces de jefes de grupos, para hacer el bien o para atracar bancos… Corríamos a veces delante y otras detrás; y otras todo lo hacíamos muy despacio poniendo la cara que la situación y el rol que adoptábamos requería. Mi fuente de inspiración la encontraba en Enid Blyton, en Emilio Salgari, por supuesto en George Remi…más conocido por Hergé. Yo me crié con Los cinco, Los siete secretos…y, sobre todo, con Tintín. Imitaba las aventuras de todos ellos y fui capaz de convencer a un grupo de amigos para formar un grupo parecido a aquellos…liderado por mí, claro…los que me conocéis diréis que “no me extraña”…: yo era el que tenía el embrión de la aventura en mi mente. Estábamos atrapados por las fantasías y por las aventuras que siempre terminaban bien. Estábamos metidos en un mundo irreal y fantástico. Éramos felices. Yo fui muy feliz. Ahora, en estos tiempos que no me gustan demasiado, en el aspecto de lo que buscamos para los pequeños, nos centramos en que vivan la realidad que van a vivir el resto de sus vidas. No me gusta eso. Dejémosles disfrutar de sus ilusiones. Ayudémosles a buscar sus mundos fantásticos. Hagámosles llegar lecturas repletas de aventuras que les ayuden a ser creativos en su manera de crecer y rodearse de lo que les hace feliz. El cerebro tiende a crear situaciones que nos agradan. Solo necesitan ideas que imitar para, durante su creación, construir sus mundos, irreales, sí, pero en los que de manera natural consiguen ser felices. Así fui yo. Creo que así fuisteis la mayoría de vosotros. No creo que les sirva de mucho el que les hablemos de la muerte, del miedo nocturno, y de cómo hacer caca bien sentados… Ya tendrán tiempo de toparse con todo eso y de superarlo con su cerebro bien entrenado en una gran autoestima que han ido reforzando con experiencias agradables en las que ellos vencían y superaban las pruebas que ellos mismos se fabricaban. Quizá no tenga razón y me tachen, en esta época que para mí roza la ridiculez (perdonadme los defensores de ella), de a saber qué…al menos de inculto en cuanto a las técnicas modernas de educación…quizá sea así…pero es así como pienso y así lo comparto con vosotros en nuestra ventana a los sueños y a las ilusiones, que es nuestro blog.Yo escribo para conseguir todo lo que os he contado. Yo quiero ser esa fuente de inspiración para que nuestros más pequeños construyan sus mundos. Yo escribo para ayudar a fabricar ilusiones. Yo quiero transmitir esos mundos divertidos, cargados de bonitas sensaciones, repletos de valores que hacen mejores a las personas y, sobre todo, les enseñan a cómo deben comportarse en la vida que apenas han iniciado. No quiero escribir mostrándoles la crueldad de la vida. De hecho nada de lo que escribo es así. Bueno, a lo mejor he exagerado. Escribo, a veces, partiendo de situaciones desgraciadas de la vida pero que siempre tienen un final feliz.El tercero de los cuentos para esta noche es: “Markus: un circo especial”.
El último de los cuentos que os quiero traer hoy tiene que ver con lo que pasaba en un colegio de élite: St. Kirsten y así es como se llama esta historia de puras correrías cargada mucho de fantasía. De hecho dudé en meterlo en el apartado Fantasía, que os traje el siete de junio del año pasado y que podéis recordar en este enlace: https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2019/06/ii-la-fantasia.htmlBien, en este cuento estoy trabajando con, Alex Herrerías, un prestigioso ilustrador mexicano (https://www.facebook.com/alex.herrerias.9?fref=ts) (https://www.behance.net/AlexH) —todos los derechos reservados— que le está costando avanzar en su ilustración porque realmente está saturado de trabajo. Estoy convencido que en el momento que pueda terminar las ilustraciones de muestra, necesarias para poder enviar el trabajo para la evaluación de las editoriales, encontrará una que apueste por nosotros y nuestra historia. Mientras eso llega hoy, también, lo quería compartir una vez más con vosotros.Os invito a leer también lo que escribí en agosto del 2016, con ocasión de hablaros de este cuento, porque allí os contaba cómo di forma a mis primeras historias cuando me inicié en este maravilloso mundo de la literatura infantil.
De momento, ahora, os traigo la sinopsis de St. Kirsten:
¿Nos hemos preguntado alguna vez qué tienen de especial los colegios de élite? St. Kirsten era uno de ellos y en esta historia se nos revela el porqué, los alumnos que año tras año pasaban por sus aulas, conseguían tan buenos resultados.Nicolás sabía mucho de esto. Los duendes lo saben todo de nosotros...En esta historia trepidante, llena de ternura y acción, se pone de manifiesto lo importante que es en la vida la responsabilidad con la que debemos acometer nuestras obligaciones.Es una historia en la que Nicolás, sustentado siempre por el recuerdo de su querida Amalia, cumple con su obligación de mantener St. Kirsten como lo que, desde la época de sus antepasados, venía siendo: uno de los mejores colegios de élite del país.Pues no me queda ya nada más que desearos, como siempre, qué no dejéis de soñar y qué seáis felices. Recibid un cariñoso abrazo.José Ramón.