Así que tras pasar en la playa el mes de julio, y aún afianzando la 'operación Pañal', nos lanzamos a una escapada a Roma y Florencia, con la rama paterna de la familia, con el adorado tito Kiko y con el primito Alonso, el padawan más pequeño de la familia. Para él sí iba a ser el primer vuelo. Con los pequeños preferíamos buscar un destino cercano, a no mucho más de dos horas de avión y sin trasbordo, por lo que la lista de propuestas se reducía bastante. La Maestra Jedi y yo ya habíamos estado un par de ocasiones, pero los titos no conocían Italia todavía, así que a priori era la elección perfecta.
Y la vuelta a casa fue tan bien como el viaje de ida, pero nos costó volver a los horarios, costumbres de siempre. Tanto es así que al día siguiente de regresar comprobamos que a la "Operación Pañal" aún le quedaban coletazos. Los cambios nunca son buenos para eso de las rutinas, y era mucha alteración para los peques. Pero se amoldan y acostumbran a todo, y entre piscinas y playa se pasó lo que quedaba de veraneo, y parece que el tema de ir al baño está más o menos controlado. Ahora ya tenemos nuevos retos en los que pensar. A ver cómo se les da lo de entrar en el colegio –que ya me toca escribir sobre esto–. Y también nos queda pendiente pensar en las próximas vacaciones y buscar próximos destinos. Quizás algo más lejano...
Che la Forza sia con voi!