Vacío

Publicado el 09 junio 2019 por Carlosgu82

Vacío

Abrí los ojos,  amontonadas y grises nubes era todo lo que percibí, el viento soplo pero solo lo supe por el sonido que produce, era extraño, no tenía frío. Pasó un minuto antes de que notara que estaba tumbada en el piso, tuve que girar mi cabeza para confirmar que lo  que mis manos tocaban era hierba.

-Al fin- escuché, trate de localizar de donde provenía la voz- vaya fuerte golpe que te diste, mejor dicho, mortal golpe-  y soltó una carcajada. Un chico no muy joven, no muy grande, sentado en la orilla de un despeñadero, columpiando los pies despreocupadamente mientras fumaba un cigarrillo. Me puse de pie, un océano gris y tranquilo se extendía frente a nosotros, rompiendo el silencio cuando las olas golpeaban las rocas al final del despeñadero. Conocía el lugar, lo visitaba cada fin de semana, sin embargo no recordaba cómo había llegado ahí, “golpe” había dicho aquel chico extraño que  me miraba sonriendo, lleve mis dedos a mi nuca pero no sentí dolor.

-Tranquila, estarás bien, supongo, al principio no lo recordaras – añadió.

Me acerque a él, por alguna razón no me causo desconfianza. -¿Recordar que?- pregunté

-El dolor, la ansiedad, la soledad, todo-  Lo mire sin comprender. Me senté junto a él a pesar de mi miedo a las alturas, o al menos eso creía, seguí con la mirada lo que observaba. Varios botes muy cerca de las rocas se detuvieron, y otros tantos bordeaban la orilla.

-¿Qué es lo que buscan? – le pregunte- ¿El muelle? Está del otro lado-

El chico inhalo de su cigarrillo que parecía no tener fin, y soltó el humo – Algo que no van a encontrar- y añadió – A mí no me han encontrado, desearía que lo hicieran-

-¿Y porque te ocultas?, ¿De que estas huyendo?-

-De todo, y de todos. A veces creo que  es lo más valiente o lo más estúpido que he hecho, pero ¡hey!, ya estamos aquí, solo hay que esperar a que salga el sol-  soltó su cigarrillo y se puso de pie.

-Lástima que tengamos que estar aquí hasta que eso suceda.-  Y se lanzó al vacío. Grité, grité como loca, las personas de los botes nunca me escucharían, era demasiado alto.

No supe porque, no podía recordarlo, no podía explicarlo, hasta que decidí seguirlo. Mientras caía, las lágrimas brotaban de mis ojos, la tristeza y el desconsuelo me oprimieron el corazón, todo rastro de esperanza, la más mínima pizca de felicidad me habían abandonado, no había razón, no había futuro, no había nada que me mantuviera con vida, llego a mi memoria: la carta de despedida a mi madre “no te culpes, no podías ayudarme, nadie podía” le había escrito. Y solo cuando mi cráneo se estrelló con las rocas y mi cuerpo fue tragado por las olas, el vacío desapareció.

Abrí los ojos,  amontonadas y grises nubes era todo lo que percibí. El chico del cigarrillo me miraba sentado en el borde. –Es más llevadero ahora que estas aquí-  Me volví a  sentar a su lado sin decir nada, sin embargo, la única pregunta que tenía en mente antes de volvernos a lanzar, la dijo el antes que yo:

-¿Te arrepientes?-