El paso previo será la presentación en los primeros meses del próximo año de los resultados de dos ensayos realizados en Estados Unidos, en los que han participado 2.000 personas, y que ofrecen resultados "muy esperanzadores".
La futura vacuna funciona mediante la inyección de un virus o una bacteria que, unido a las moléculas de las sustancias adictivas, consigue generar anticuerpos que “secuestran" la droga en el torrente sanguíneo.
De este modo se crean moléculas demasiado grandes para atravesar la barrera cefalorraquídea, con lo que el organismo no siente ningún efecto placentero al consumir tabaco, aunque se mantienen sus efectos negativos: enfermedades pulmonares y cardiovasculares, así como cáncer.
La vacuna de la nicotina consta de cinco inyecciones que se suministran en unos seis meses, y estará apoyada por terapias psicológicas con el objetivo de motivar al paciente y de concientizarle sobre la necesidad de dejar la droga, del mismo modo que se hace con los tratamientos actuales.