El comienzo del curso distancia a todos los amigos, eso es un hecho. Y más sabiendo que con esos amigos empezaste a salir en pleno verano. Está claro que todo cambia, conoces a gente o vuelves a ver a algunos que no veías desde hace mucho tiempo. Eso es algo que no solo pasa en verano, también pasa durante toda el año. No sabía determinar el tiempo que había pasado exactamente, pero le echaría unas semanas y aún no había vuelto a ver a Sonia, María, Isabel o Celia, entre otros. Realmente solo había visto a Alba porque nos vemos a diario, a Julia porque ella empezaba más tarde o Diana, pero esta última se debía a motivos más que diferentes.
Diana y yo nos encontrábamos en una parte de la relación en la que aún no habíamos definido qué éramos, tan solo disfrutábamos del momento sin ponerle una etiqueta. Creo que ambos coincidimos en la misma respuesta cuando nos preguntan “Si no sois novios… ¿Qué sois?” y no es otra respuesta que: No sé.Si por mi fuera le pediría salir y sería su novio, pero no estoy seguro de que ella quiera, es decir, su lista de novios es tan minúscula como la mía pero tampoco ha decidido plantearse algo. Prefiero no agobiar, y si tienen que surgir cosas que surjan. Para mi gusto es una chica guapa, muy guapa; tienes una mirada bastante dulce y atrevida, una sonrisa bastante adorable y, aunque yo no sepa fijarme en esas cosas, tiene unas piernas bastante preciosas. Palabras de Noemí, mi vecina. No es lesbiana pero le gusta juzgarlo todo. Junto con Alba es la persona que conozco de más tiempo en toda mi vida.
Realmente no he llegado a conocer a mucha gente en este nuevo curso, he tenido la suerte de coincidir con una amiga de hace dos años con la que sigo teniendo contacto con ella. No pretendo hacer amigos este año, al menos no es la intención, otra cosa es que pase. La vida está para conocer gente y luego escoger a tus compañeros de aventuras. O al menos así lo veo yo.
En ese aspecto creo que muchos de mis amigos no han tenido la misma suerte, muchos no conocen a nadie, otros conocen pero no lo suficiente, y otros… son algo asociales simplemente. He de confesar que he tenido suerte con mi compañera, que no me voy a aburrir es un hecho, que me voy a desesperar es otro pero eso se debe más bien a los profesores que me han tocado. Creo que ninguno se escapa de la etiqueta de “pesado” y, es que, repiten las cosas tantas veces que te harta, lo peor es que no repiten algo útil, repiten algo que deberías saber desde hace mucho tiempo, yo no sé si es que se piensan que somos tontos o es que lo es él, pero me atrevo a pensar que nos juzgan como tontos y ya está.
Respecto a lo que importa, Diana y yo empezamos a salir, al principio íbamos a tomar algún helado, al cine, a pasear sin más o a quedar en casa del otro. La última opción fue la más repetitiva y yo, una persona que no sabe cocinar más que un huevo frito y cosas de microondas, tuve que aprender a hacer crepes para la señorita. Creo que no debe haber persona a la que le apasionen más. Es fácil, lo sé. No es algo en lo que necesites muchos conocimientos pero yo no sabía hacerlos. Muchas veces me preguntaba: ¿Cómo una persona podía comer tanto y seguir estando así de estupenda? Ella cuidaba su cuerpo haciendo deporte, pero no hacía nada de dieta. Comía como una osa.
Había momentos en los que nos quedábamos sin conversación, nos mirábamos y nos reíamos. Ella me besaba y se acababa el silencio incómodo. Creo que llegó el momento en el que empezamos a probar cosas nuevas para ver si existían cosas que pudiéramos tener los dos en común, como fue lo de jugar a videojuegos, cantar en el SingStar, ver series o jugar a algún deporte. Las series que me gustaban a mí, a ella no. Los deportes no eran lo mío, cantar no le gustaba y encontramos un solo videojuego en el que coincidíamos. Lo dejamos apartado para cuándo llegáramos a ese momento de silencio incómodo.
Por si la duda cae, no compramos nada. Todos los videojuegos fueron obra caritativa de su hermano, el cual se apuntó a muchas de las cosas que hacíamos porque se aburría. Muy majo él.
Ella iba a empezar la universidad a la misma vez que Julia, con la excepción de que ella se quedaba con nosotros y Julia se iba de la ciudad. Decía que íbamos a tener el mismo tiempo para vernos pero yo sabía que no, no exigía más porque ella era una chica de buenas notas y me gustaría que siguiera teniéndolas. No es que yo tenga malas, pero estoy repitiendo. Hay asignaturas en las que podría ser mejor, pero no me quejo de la media que voy llevando. Es evidente que la suya es mucho mejor.
Si tuviera que decidir ahora mismo uno de los momentos más incómodos de mi vida… no sabría decir uno solo, pero si destacaría el del otro día. Más bien ayer. Estaba siendo presionado por Alba a que le pidiera salir oficialmente, ser novios. Después de tanta presión acabé por declinarme por lo que ella decía. Agotado mentalmente de tanta resistencia por mi parte, y tanta guerra con ella, preferí pararlo. – Tengo que decirte algo. – Le dije a Diana por la tarde. Ella me dijo la típica frase. – Tenemos que hablar, lo sé. – Me contestó. - ¿Debía de tener miedo a aquella frase? – Me preguntaba, pero fui valiente y quedé con ella. En su casa. Después de tantas miradas esperando a que alguno empezara, fue ella la que inició la conversación. - ¿Por qué sabías que teníamos que hablar o qué tenía que decirte algo? – Acabo preguntando algo nervioso. Cortando la conversación tan bonita que estaba iniciando ella. Viendo como se le arrugaba un poco el labio por el desagrado al cortarle. ¿Lo estaría evitando? Puede caber como hipótesis. – Pues porque llevamos arrastrando algo bastante tiempo y el día tenía que llegar, ¿no? – Respondía ella bajando la mirada un poco nerviosa. Me pregunto si ella estaba pensando algo que iba a hacer yo, o algo que ella estaba pensando. - ¿Quieres dejarme? – Pregunté. Los insultos desde mi consciencia empiezan a resonar. El demonio ha salido y lo más bonito que ha dicho ha sido “tonto”. – ¡Pues claro que no! ¿Acaso tú sí quieres? –Preguntó ella. Arqueaba una ceja. Arrugaba los labios. Juntaba sus dos manos como si no supiera dónde ponerlas, las volvía a separar para colocarlas a dos lados del sofá dónde estábamos sentados. Le cojo una de ella. – Yo quiero estar contigo pero no así. – Le respondo. Creo que no fue la frase más acertada en el momento. Parecía que estaba cortando. Lo parecía mucho. Ahora entiendo que ella se levantara corriendo y me mirase triste. ¿Le gustaba? Parecía que sí. Me alegraba saber eso, nunca había sentido que alguien que me gustara tanto le gustara yo. Bueno, es más que obvio dado que nunca he tenido nada, pero es agradable. Te hace sentir bien.
Me levanto y la vuelvo a coger de la mano. – Solo quiero que sea oficial. – Continúo. Y parece que estoy diciendo que quiero cortar oficialmente. Me vuelve a soltar la mano y me mira extraño. – Estás cortando conmigo, oficialmente nunca hemos estado juntos y quieres que los demás se enteren de que hemos cortado, ¿Vas a cortar conmigo porque te gusta alguien y quieres que lo sepa o qué? – Me contesta nerviosa. Le miro extrañado. Niego muy seguidamente. – No, quiero que estemos juntos, que salgamos, y si la gente nos pregunta, poder decir que somos novios. – Le aclaro un poco sonrojado pero directo. Ella no me responde. Sonríe después. Se tapa la cara con las manos. – Al fin. – Grita y me abraza. No sabía que ella también esperaba tal cosa. Parecía ser que ambos éramos algo románticos. Solo esperaba que mis amigos no acabaran por vomitar arcoíris por nosotros. Realmente me daba igual. Quería estar con ella y era lo único que me importaba en ese momento.
Desde ayer no hemos vuelto a quedar pero sé que la próxima vez que quedemos será de forma oficial, como novios. Ahora esperaba que mí tiempo de duración no durara lo mismo que yo pensaba hace un tiempo. Nada. Siempre había pensado que me acabarían dejando, que nunca iba a ser lo suficiente bueno para los demás. Soy poca cosa, siempre habrá alguien mejor y es un hecho. Confío en ella y sé que no acabaré con una cornamenta tan grande como la puerta de mi casa, pero cabe la posibilidad de que le acabe gustando alguien más, que haciendo la balanza yo me quede tan abajo que me deje sin llegar a dudarlo mucho. El caso es que debía de dejar de pensar en esas cosas, estaré con ella el tiempo que sea, sea mucho o poco, tan solo estaré.
¿Por qué estoy seguro de que la quiero? Sencillo, cuando empezó a gustarme perdí las ganas de comer tal y como les pasa a los enamorados, algo que yo pensaba que era un mito. Verla me hacía sentir tan mal conmigo mismo que empecé a perder peso a base de comer menos, hasta quedarme tal y como estoy ahora. A día de hoy sigo pensando que tengo que perder más pero si hoy estoy así se lo agradezco a ella. A pesar de saber que nunca estaría con ella no dejé de luchar por mejorarme, por ser mejor. Por sacar lo mejor de mí. Siempre la he defendido ante todos, a pesar de que ella no diera un duro por mí. He luchado por estar a su lado siempre, a pesar de que ella le importase nada que allí estuviera. Me gustaba ella y pasar tiempo a su lado, me gustaba todo lo que ella hacía. No sé que la quiero desde que empezamos, sé que la quiero desde hace mucho tiempo, y sé que es uno de los amores más fuertes que jamás haya vivido. También sé que nuestro amor como pareja será de lo más especial porque da igual lo que dure, lo importante es la intensidad con la que se vive. ¿Acaso no son los amores de verano los que más se recuerdan? Porque sabes que después del verano no habrá nada más, por eso lo vives más intenso que nunca.