Vagabonding, el libro para la ruta

Por Viajeroperpetuo @ViajeroPerpetuo

Hacía mucho tiempo que había oído acerca de Vagabonding pero, al igual que otros muchos libros y marcadores de páginas web, se quedó perdido en una lista dentro del ordenador. Hasta que hace unos días, durante un visa run a Mae Sai, compartí furgoneta con una chavala que tenía aspecto de ser parienta de Asa Akira y, cosas de la vida, se pulió dicho libro durante el viaje.

Estuve a punto de pedírselo prestado para el trayecto de vuelta, pero mis instintos me pedían tirar ficha a cuchillo si me ponía a hablar con ella, así que limité el contacto verbal a lo mínimo imprescindible. Cosas de tener novia y principios.

Así que llegué a casa con unas ganas tremendas de tener Vagabonding en mis manos y lo más rápido era buscarlo en nuestra librería amiga: The Pirate Bay. Es un libro es muy liviano y fácil de leer, lo que explica la rapidez con la que mi compañera de viaje (y posible actriz porno asiática) se lo finiquitó.

Kindle, el mejor amigo del viajero lector

Su título y la idea en la que se basa nos invita a lanzarnos al camino sin fecha de regreso (o casi), pero es una lectura muy recomendable para cualquiera que quiera viajar, no sólo para el que aspire a ser un viajero perpetuo. En la sociedad en la que vivimos nos hemos estancado en una idea definida de como son unas vacaciones y de lo que debe ser un viaje, pero Vagabonding nos enseña a fijarnos en otras cosas.

Desde el pre-viaje, donde no debemos considerar nuestras escapadas como un acontecimiento que sólo puede suceder cada mucho tiempo, sino ver que en realidad no es tan difícil cortar las ataduras sociales y muros mentales que nos impiden, bien hacer un viaje directamente, o que este dure lo que nos gustaría. Para mí, esto es una de las cosas más importantes. De hecho, el libro “The 4 hour workweek” (recomiendo su lectura encarecidamente), cambió mi punto de vista sobre romper las cadenas imaginarías que nos ligan a lo cotidiano y supuso el impulso definitivo que me trajo a Tailandia hace ya más de dos años.

Para cuando estamos en el mismo viaje, nos muestra perspectivas diferentes desde las cuales analizar los lugares a donde vamos y las actividades que queremos realizar. Uno de los puntos con los que me sentí más familiarizado al leer el libro fue con las ganas de los turistas de conocer a la gente “auténtica” del lugar. Esto pasa en el norte de Tailandia con las “hill tribes” y las mujeres jirafa. Los turistas invierten su dinero para conseguir una experiencia “auténtica” en aldeas que sólo viven de lo que ellos pagan por la entrada y de venderles souvenirs. Pero esas etnias, en su mayoría, ya no viven como ellos quieren verlas. Las ciudades están llenas de Mon, Lisú, Karen, Akha y muchos más, los cuales no llevan todos los días sus vestidos tradicionales. ¿Son más auténticos los que viven en un zoológico humano (del que incluso, en alguno casos, tienen prohibido salir) y que mantienen ese aspecto sólo para sacarle dinero a los turistas? ¿o el resto de la etnia que evoluciona y se desarrolla pero viste con minifalda? ¿Serías más español y auténtico si llevaras boina y ropa de hace 70 años todos los días y estuvieras confinado en el pueblo de tus abuelos? ¿Te aporta más tirarle fotos a una abuela con ropas raras y con la que no te puedes comunicar o hablar con un joven vestido como tú que te cuente la historia de su gente y hacia donde apunta su futuro? Sí, en algunas aldeas tailandesas hay gente que vive parecido (que no igual) a la idea preconcebida que tenemos o queremos tener, pero con esos no vamos a coincidir a menos que nos salgamos del camino más transitado.

Este es sólo un ejemplo de como las experiencias auténticas pueden no ser tales, pero el libro nos ofrece otras muchas sugerencias de como encontrar lo que realmente queremos y merece la pena experimentar. Aparte de esto, incluye multitud de citas inspiradoras de viajeros, consejos para nuestra aventura y un montón de lecturas recomendadas y recursos on-line.