Valdepeñas de Jaén, romance del agua

Por Juroher

Por tener, Valdepeñas de Jaén posee la mayor ventana tectónica de Europa, un bocado asestado a la montaña a modo de pasillo natural entre dos inexpugnables cumbres.
El viajero pisa un pueblo original, punto de partida a una de las más excitantes rutas del agua por el sur peninsular.
Valdepeñas de Jaén ocupa el corazón de la Sierra Sur, un paisaje montaraz y altivo, aislado y prístino, a mitad de camino entre la capital de la provincia y la ciudad de Alcalá la Real, próxima a las carreteras que bajan hasta Granada.
En Valdepeñas la naturaleza ha sido especialmente generosa. Quejigos y encinas centenarias motean un paisaje abierto por decenas de arroyos, saltos y ríos limpios y caudalosos repartidos por un término municipal amplio, vertical y luminoso.
Valdepeñas está rodeada de cumbres, a los pies de un valle alto por donde discurren las aguas de dos ríos principales, el Vadillo y el Susana.
Lo bueno de Valdepeñas es que la naturaleza queda al lado, con solo dejar atrás la última casa del pueblo. El paraje de Las Chorreras está brozado de hiedras, fresnos, rosales silvestres, higueras y zarzas. Un tupido bosque galería por donde descienden las rápidas aguas del río Vadillo que se despeñan por roquedales, saltos y colas de caballo.
Fue frontera con el reino nazarí de Granada hasta últimos del siglo XV. En el primer tercio del XVI se fundó la localidad en el paraje conocido como los Osarios. Pero fue en 1558 cuando el rey Felipe II concede el título de villa realenga y carta de independencia por la que deja de pertenecer a Jaén. (El Mundo)