Valencia Octubre de 1936

Publicado el 02 febrero 2021 por Rmartin

Los sucesos que tuvieron lugar en octubre de 1936 en Valencia son un claro exponente del declive de las milicias confederales, muy especialmente del, hasta aquel momento, paradigma de la dualidad guerra-revolución en el frente, la  COLUMNA DE HIERRO.

Estos incidentes, están dentro de los enfrentamientos que, tanto en el frente como en la retaguardia, fueron provocados por los primeros intentos de centralización militar del primer gabinete de LARGO CABALLERO a partir del 4 de septiembre.

La CNT provocó, entre sus filas más radicales, una notable confusión por dos hechos: Brindar su colaboración, a pesar de haber declinado participar; y la decisión de los anarquistas catalanes de asumir responsabilidades políticas en la Generalitat. Dicha confusión no favorecía en nada a la CNT, debido a las acciones de grupos incontrolados propios que, ponían en peligro la alianza con el resto de las fuerzas del Frente Popular. Las insistentes llamadas al orden por parte de los Comités Nacional y Regional no surtieron ningún efecto.

La llegada del nuevo gobernador civil, tuvo como efecto la disminución de los hechos violentos, aunque no cesaron del todo. Se prohibió llevar armas de fuego a los milicianos, durante sus periodos de permiso. Se creó la Guardia Popular Antifascista (GPA) o la guapa, un cuerpo armado compuesto por elementos del frente Popular, principalmente comunistas, que pronto tuvieron enfrentamientos con la COLUMNA DE HIERRO, ya que estos consideraban que la GPA era un cuerpo policial creado para sabotear la revolución. Pronto surgen los enfrentamientos en Gandía, Castellón y Valencia. En esta última especialmente dramáticos, por los que se les denominaron los Sucesos de Valencia.

El 25 de septiembre fue asesinado un destacado dirigente socialista, José Pardo Aracil, atribuido a la COLUMNA DE HIERRO. A principios de octubre la GPA asesinó a Tiburcio Ariza, destacado dirigente libertario y delegado de la COLUMNA DE HIERRO, cerca de su domicilio en Valencia. El Comité de Guerra de la columna pronto negó cualquier relación con la muerte del líder socialista, considerando que la muerte de Ariza era una falsa venganza. Con los ánimos totalmente exasperados, se invitó a los simpatizantes y milicianos que se encontraban en Valencia, a participar en el entierro. La ciudad se temía lo peor. La manifestación de duelo se convirtió en una demostración de fuerza de la columna. A la cabeza un grupo de niños, seguidos por unas centurias armadas con fusiles y ametralladoras, y un vehículo blindado con el cadáver del Chileno, que era como, popularmente, se conocía a Tiburcio Ariza; a continuación centenares de simpatizantes y milicianos.

Durante el trayecto, los choques verbales fueron continuos. Antes de llegar a la Plaza de Tetuán, donde se encontraba la sede del Partido Comunista, la violencia se desbordó con un intenso tiroteo entre los comunistas que estaban dentro del edificio y los milicianos que seguían el duelo. Nadie sabe quién empezó, pero los que no tenían armas buscaban refugio, los que portaban armas comenzaban a disparar, y los integrantes de la Tercera División Orgánica, que se encontraban enfrente, miraban estupefactos el enfrentamiento.


El enfrentamiento se saldó con más de 20 muertos y numerosos heridos, entre ellos uno de los dirigentes de la columna, José Pellicer. Pero los hechos provocaron un tremendo miedo en la ciudad, pues, nadie sabía que pasaría después. Los milicianos anarquistas amenazaron con hacer una bajada masiva desde el Frente de Teruel. Los comunistas amenazaron con lo mismo.

Las reacciones de PC y CNT fueron rápidas y encaminadas a calmar los ánimos. FEDERICA MONTSENY se entrevistó con miembros de la columna y dirigentes de la CNT, consiguiendo controlar la situación. Los comunistas, por su parte, presentaron los incidentes, no como un conflicto entre anarquistas y comunistas, sino entre los comunistas que defendían el orden y grupos incontrolados que se integraban en la COLUMNA DE HIERRO para cometer desmanes.

En el fondo el conflicto latía el enfrentamiento tradicional de la CNT valenciana, desde 1931 entre treintistas y cenetistas, y ahora, iniciada la revolución, las divergencias en la forma de llevar la guerra, y sobre todo la participación de la CNT en el Gobierno de la Nación. En cuanto a Valencia, existía un anarquismo rural, y por otro lado el anarquismo urbano e industrial, de origen treintista. En el fondo de la polémica estaba la contradicción entre, la necesidad de un orden disciplinario para dirigir el proceso revolucionario y la libertad individual.

Los sucesos de octubre en Valencia constituyen el fin de una sucesión de incidentes en la retaguardia, que la propia dirección regional no pudo ni quiso atajar. El 31 de octubre, la CNT, la FAI y las Juventudes Libertarias Valencianas acordaron dirigirse a la opinión pública, para comunicar que habían dado las órdenes oportunas para que todos los elementos armados permanecieran en sus casas. Al día siguiente el Comité Local y Regional de la CNT propuso un pacto a todas las fuerzas populares, que fue aceptado por unanimidad el 2 de noviembre.

La opinión pública recibió el acuerdo con entusiasmo, y el resto de las fuerzas políticas, loaron la buena disposición de la CNT. El 3 de noviembre, el gobernador civil acordaba eliminar la ostentación del armamento por la ciudad, y suprimir los controles locales de vigilancia. Un día después la CNT entraba en el Gobierno. En cuanto a Valencia, los incidentes de octubre supusieron un cambio político, con una progresiva pérdida de la hegemonía sindical en los comités y en un notable ascenso del Partido Comunista, dispuesto a asumir un papel más decisivo en la retaguardia.