Valentí Puig. Barcelona cae

Publicado el 03 noviembre 2014 por Santosdominguez @LecturaLectores

Valentí Puig.Barcelona cae.Pre-Textos. Valencia, 2014.
No pasarán. Y si pasan no importa.
Esa broma tardía de quintacolumnistas marca el tono moral de Barcelona cae, una novela corta que Valentí Puig publicó primero en catalán hace dos años y de la que Pre-Textos publica ahora la traducción al castellano.
Una novela que tiene como fondo los últimos días de guerra en la Barcelona republicana de enero de 1939, una ciudad “hambrienta y recelosa”, desolada después de casi tres años de guerra y con los cañones de Yagüe llamando a sus puertas y los aviones  golpeando sus calles y sus edificios. 
Barcelona es en ese último invierno de guerra una ciudad devastada que muestra sus escombros urbanos y sus heridas morales, una sociedad destrozada en la que los principios han sido reemplazados por el cinismo y la ideología ha dejado paso a la supervivencia, al saqueo y a los peores instintos humanos.
Ese es el telón de fondo de Barcelona cae, que no es una novela histórica, sino una novela de protagonista que tiene como eje y como hilo conductor la figura de Víctor Aymerich, un joven indolente expulsado de la casa familiar el 18 de julio de 1936 por un episodio incestuoso.
Cuando empieza la novela ese personaje, “fascinado por la supervivencia en la calle y las oportunidades de la intrepidez amoral”, es un cínico que vive apostado en la indiferencia, un agente doble, miembro del Servicio de Inteligencia Militar de la República e integrante de la quinta columna franquista.
Un personaje sin escrúpulos de conciencia, un depredador que practica el saqueo sin distinciones ideológicas y se mueve a sus anchas en un clima de impunidad en medio de esa sociedad atenazada por el miedo y degradada por las necesidades primarias.
En torno a la figura central del protagonista se mueve el resto de vidas al límite que habitan el relato: Palmira, admirable, íntegra y opaca, en busca de su "hermano" Santiago Vicens; el tío Albert, un héroe cándido ajeno a la realidad; el periodista francés Paul Vullo, un profesional de la intoxicación; Valeri, un quintacolumnista esnob en medio de la chusma; el joven monárquico Pepín Nicolau; los personajes que acuden a sesiones de espiritismo en busca de algún contacto con los desaparecidos o los que salen a la calle como derrotadodos y en la Diagonal se incorporan al desfile de los vencedores que entran en la ciudad.
Víctor, que ha sido ganador entre perdedores en la ciudad asediada, es entre los ganadores un perdedor que renuncia a quedarse por razones sentimentales y termina marchando al exilio en Francia en medio de las columnas de derrotados a los que observan y vigilan con desprecio los gendarmes franceses en la frontera del Pertús.
Escrita con la prosa eficaz de Valentí Puig y con su acreditada agilidad narrativa, una novela de una intensidad de la que puede dar idea un párrafo como este, en el se describe la salida de Víctor de Barcelona:
Dejaba atrás los tiempos más libres de su vida, haber sido libre en el corazón del caos, a dos pasos del mal y la muerte, entre traidores y apóstatas, entre ilusos y fanáticos. Acabar siendo vencedor o vencido poco le había importado. Nada era comparable al frenesí de la vida cuando la guerra pasa por la calle de al lado. Nunca volvería a vivir con tanta convicción, tan a gusto, tan para siempre.