Valentín

Por Evaletzy @evaletzy
Frente a ti un prado rebosante de intensos verdes. A tu derecha un lago que parece un espejo acostado. Encima de ti un cielo que huele a diáfano. Al lado tuyo Valentín. Él saca de una canasta un bonito mantel de tela, lo extiende, coloca amplia cantidad de exquisiteces (todas cocinadas por sus propias manos), abre una botella de vino tinto, sirve dos copas, pone música en francés (pues las reglas del romanticismo así lo dictan). Brindis, sonrisas, piropos. Quand il me prend dans ses bras, il me parle tout bas, je vois la vie en rose. Valentín saca de su canasta un ramo de girasoles atados con un lazo rojo, tus flores preferidas en el mundo entero. Agradecimientos, abrazos, carantoñas. Il est entré dans mon cœur. Te extiende la mano y bailáis. Besos, caricias, risas. C'est lui pour moi, moi pour lui dans la vie. Saca de la canasta un pequeño estuche de terciopelo. Se arrodilla. Pone el estuche en tus manos. Il me l'a dit, l'a juré pour la vie. Lo abres. Temblores, nervios, lágrimas. Entonces Valentín te dice: Letzy querida, ¿te quieres... Algo te despierta, es un ruido potente, que retumba en las paredes de tu cráneo dormido. Lo primero que piensas es «¿una motosierra a esta hora?». Enciendes la luz, son las 5 a. m. «¿A quién se le ocurre cortar madera tan temprano?», te preguntas. Pero no es un aparato eléctrico lo que hace temblar las vigas, cortinas y armarios de tu cuarto, ya quisieras tú que lo fuera: son los ronquidos de Valentín. Está boca arriba, «ahh, será por eso», te dices. Lo mueves suavemente, pero él ronca más fuerte. Lo vuelves a mover, con un poco más de intensidad. Nada. Lo sacudes. Ni se inmuta. Lo codeas, lo meneas, lo zarandeas. Niente, nothing, rien, nada. Le dices «Valen, cariño, estás roncando, ponte de costado». Rezonga, se gira, silencio. Quieres volver al sueño, quieres, quieres, te relajas, ondas alpha, te estás durmiendo, ahí está, arrodillado, a punto de preguntarte si... ¡Y Valentín otra vez empieza a roncar!