Cada producto de Pixar nos ha encantado (aunque haya por ahí quienes digan que ha tenido uno o hasta dos tropiezos con los coches), y cuando anuncian una historia original, nos emocionamos como niños, sin importar la edad que tengamos y nos formamos con los hijos (quienes los tengan), con la pareja o hasta solos con tal de volver a ilusionarnos y de, en la mayoría de los casos (al menos a mí me ha pasado), soltar más de una lágrima con las historias tan hermosas que nos regalan en cada filme.
Valiente (Brave) es la más reciente película del estudio de Luxo Jr. y sigue siendo tan encantadora como cualquier otra película de Pixar, le pese a quien le pese. Sí, probablemente no alcance los niveles de Buscando a Nemo o Wall-E en cuanto a emotividad, pero la historia está tan bien construida como los excelentes productos a los que estamos acostumbrados. Mérida es la princesa de un reino joven, que se niega a acatar las órdenes de su madre, quien anhela verla convertida en una dama. En el afán de cambiar su destino, se embarcarán en una aventura que incluye la magia y el misticismo que siempre rodea a tierras escosesas, hogar de esta historia.
Un soundtrack tan épico como hermoso a cargo de Patrick Doyle (quien sigo diciendo que tiene talento pero es menospreciado). La animación es de otro nivel, tanto por la magnífica cabellera de fuego de Mérida, como por los escenarios (aunque hay que admitir que el 3D no le da la profundidad que podría tener), y una historia sencilla, que en hora y media logra entretener a todo el mundo. A menos claro, que hayan perdido su niño interior y vayan al cine sólo a buscarle defectos a las cintas. Porque es obvio que ésta debe de tener más de uno, pero eso es lo de menos. Si la historia logra atraparte, la cinta te hace gritar, reir, sufrir y hasta llorar es maravillosa. Y Valiente lo es.
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