Soy una cobarde de campeonato. Siempre que pienso en algún peligro me imagino que cojo a mi prole y salgo corriendo a escondernos en un lugar seguro hasta que todo pase. Soy de las de cerrar los ojos fuerte fuerte para que se vaya el miedo.
Por eso, cuando hace poco mi hija me preguntó qué haríamos si viviéramos en Paquistán, a cuenta de una conversación sobre Malala, no tuve más remedio que contestarle la verdad: que trataría de que pasáramos lo más desapercibidos posible para evitar riesgos, que nos esconderíamos y que haría lo que fuera necesario con tal de seguir con vida y razonablemente a salvo.
No me volvió a preguntar nada sobre el asunto. Entiendo que le habría gustado más escuchar que lucharíamos contra las injusticias como valientes que ella cree que somos. Pero nada de eso. Sólo me pareció buena la opción de escondernos, de ser invisibles.
Ser madre no me ha dado más coraje, todo lo contrario. Ahora temo por varios, no sólo por mí. Supongo que por ser tan cobarde admiro tantísimo a la gente que se lo juega todo batallando por lo que considera justo, por tener una vida mejor o, sencillamente, por tener una vida. Cuando leo historias como la de Raif Badawi, condenado a diez años de cárcel y 1.000 latigazos por opinar, la de la propia Malala, o la de tantas otras personas en situaciones muy difíciles, insoportables para cualquiera, inimaginables para mí, reconozco que no consigo entender qué les mueve para no decidir, como yo, esconderse.
Lo que para mí los hace realmente valientes no es sólo esa decisión de oponerse y arriesgarse a sufrir consecuencias durísimas, sino que lo hacen sabiendo que, personalmente, ese sacrificio no les va a salir a cuenta nunca porque aunque les salga bien, lo más probable es que ellos ya no estén para verlo. Y aun sabiendo eso siguen adelante.
Escribiendo esto me acordé de esta canción de Rubén Blades en homenaje a Óscar Arnulfo Romero, asesinado en El Salvador en 1980, y pensé que si no fuera por todos los valientes, nosotros, los asustados del mundo, tendríamos buenas razones para tener mucho más miedo.