Después del contundente resultado y severo correctivo que nos volvió a dar el Valladolid, tercero de la temporada, me parece que comentar algo sobre el partido no tiene ningún sentido. Está claro que los pucelanos nos dejaron otra vez helados y con el culo al aire mostrando a todo el mundo nuestras miserias y nuestra peor cara.
El partido era difícil, casi imposible, pero aún así no me esperaba la imagen que dimos después del buen fútbol que estábamos practicando. Es más, tenía la esperanza de que pudiéramos llevarnos algo del Nuevo Zorrilla. Quizás lo que me dolió más no fue la derrota, por otro lado esperada, sino la forma en que se produjo y la imagen que dimos digna de nuestros desastrosos primeros partidos de temporada. Sin duda el peor partido de la era D'Alessandro.
Solo se pudo aguantar los primeros quince minutos en los que tuvimos dos grandes oportunidades de marcar. El fallo de Powel es digno de los mejores zapping. No sé que hubiera pasado si el holandés hubiera acertado con la oportunidad de oro que tuvo y con el empate a cero en el marcador. Después del primer gol del Valladolid se acabó lo que se daba, simplemente los de Djukic nos pasaron por encima como una apisonadora. Junto al fallo de Powel también metería en ese zapping el fallo de nuestra defensa en el segundo gol de los locales, digno de una película de terror.
Mejor olvidar este partido que no nos conduce a nada y centrarnos en el próximo contra el Numancia en el Nou Estadi. Quizás sea el último cartucho que tenemos para poder seguir con esperanzas. Una nueva derrota en casa podría ser nuestra sentencia definitiva en segunda. Por esa razón al partido lo podemos catalogar como de vida o muerte y por eso la afición tenemos que apoyar al equipo con más fuerza que nunca para poder llevarnos los tres puntos, los puntos de la esperanza y del milagro.