En el año 2020 teníamos dos viajes organizados que se quedaron en unas páginas escritas y en alguna anulación. No hace falta explicar los motivos, todos recordamos esa año como uno de los peores de nuestra vida.
Uno de esos viajes lo hemos podido llevar a cabo, por fin, estas vacaciones de Semana Santa. Un recorrido por el Valle d’Aosta, la región más pequeña de Italia rodeada de los picos más altos de Europa, construida por una valle central desde donde se ramifican otros tantos valles excavados, a lo largo de la historia, por glaciares y torrentes de agua.
Sábado 9 de abril 2022
Cruzando el túnel del Montblanc, una de las mayores obras de ingeniería de nuestros tiempos, y tras pagar 63,50 eurazos (solo ida) y esperar una larga cola se llega al lado italiano de la enorme cordillera del Monte Bianco, el pico más alto de Europa.
En esta época del año, la mayoría de campings siguen cerrados hasta bien entrada la primavera, momento en que todas las carreteras del valle son accesibles coincidiendo con el deshielo, ésto reduce opciones y facilita la tarea de la búsqueda del camping perfecto. En la población de Morgex hay un par de campings que abren todo el año, bastante sencillos pero bien situados para visitar la zona. El camping du Parc, justo en la carretera principal es tranquilo, sin grandes lujos y florituras pero limpio y cuidado.
Nuestra llegada a Italia viene acompañada por una nevada, viento y un frío del copón. Pero una estufa encendida, una deliciosa pizza comprada en Courmayeur y una sopa bien caliente nos ayuda a descansar esperando que mañana luzca el sol.
Domingo 10 de abril 2022
Y así es, día de cielo azul con un sol radiante pero de bajas temperaturas que, a duras penas, llegan a los 0°.
Courmayeur (1224 m) a los pies del gigante macizo del Monte Bianco
(4807 m) es la más antigua estación alpina del Valle d’Aosta y considerada desde 1800 como la capital del alpinismo y de las excursiones de montaña. Se extiende alrededor de la antigua iglesia de los Santos Pantaleone y Valentino, y sus casas conservan las características arquitectónicas tradicionales.
Pequeños comercios de productos típicos de la región hacen las delicias de cualquier foodie que se precie. Entre ellos destaca Pane per Foccaccia, una pequeña panadería escondida en un callejón donde preparan excelentes foccaccias y panes de la misma masa que resultan ideales para un picnic.
Un poco más al norte, desde la localidad de La Palud, sale el “Teleférico de los Glaciares” que articulado en seis trozos llega hasta Chamonix durante el verano. Ahora solo es posible subir los dos primeros tramos, hasta los 3462 metros de altitud, para ello es necesario reservar previamente y el precio son 55€ por persona y 39€ menores de 16 años.
Mientras hacemos tiempo para subir al funicular, visitamos La Salle (1001 m), pequeña población que señala la puerta de entrada del Valle del Mont Blanc desde Italia. Entre viñas y árboles frutales el pueblo ha sido casi completamente reestructurado respetando la original arquitectura de las casas preexistentes. En una ladera cercana, se alza la torre cilíndrica del castillo de Châtelard con unas excelentes vistas a la cadena montañosa.
Pasado medio día, volvemos a la aldea desde donde sale el funicular. La subida permite diversas paradas intermedias para admirar el macizo desde diferentes puntos: en la primera parada se encuentra el pabellón Mont Fréty con el jardín botánico Saussurea (solo en época estival), el más alto de Europa, que recoge más de 800 especies vegetales del Mont Blanc y de montañas de todo el mundo mientras que desde la terraza panorámica de la Punta Helbronner (3462 m), la vista es espectacular y se extiende desde la cima del Monte Bianco hasta l’Aiguille Blanche, desde el Diente del Gigante a la Grandes Jorasses y desde l’Aigulle du Midi y los mares de hielo.
El frío y el viento que azota esta punta es extremadamente helador y, aunque, la belleza del paisaje es abrumadora el tiempo para disfrutar de ella se hace corto pero intenso, casi más que el dolor de dedos que sufrirás si sacas las manos de los guantes para hacer fotos.
Por el contrario, en el pabellón de Mont Fréty podemos disfrutar de mejor temperatura, de un momento de relax en alguna de las hamacas dispuestas para tomar el sol o dar un paseo por la nieve. Incluso, si el tiempo lo permite, hacer un excelente picnic con pan de foccaccia y unas vistas excepcionales.
Ya en el valle, desde Morgex una carretera que atraviesa bosques magníficos, conduce a Arpy un pequeño pueblo con pistas de fondo. Antes de llegar al Colle, a la altura donde se encuentra el albergue, pasado el aérea de picnic, en un paseo de unos 15 minutos se llega a la Tête d’Arpy (2011 m), uno de los puntos panorámicos más bonitos de la cadena del Mont Blanc.
Lunes 11 de abril 2022
El Valle d’Aosta, a lo largo de su historia, ha sido lugar de tránsito transalpino. Era fácil apropiarse de tierras y autoproclamarse señor, así la nobleza valdostana se extendió ocupando los peñascos y zonas elevadas de castillos y casas señoriales.
Los primeros castillos surgieron a comienzos del siglo XI, aunque muchos de ellos se construyeron sobre fortalezas más antiguas.
Muchos de esos castillos siguen hoy en pie y algunos de ellos se pueden visitar.
De camino a Aosta, capital de la región, el castillo de Saint-Pierre,
con aspecto de castillo de cuento de hadas, acoge el Museo regional
de Ciencias Naturales y forma, junto con la iglesia situada debajo
que posee un bonito campanario, un conjunto arquitectónico muy pintoresco.
A pocos kilómetros, en la localidad de Sarre, el castillo del mismo nombre sobresale de un montículo. Adquirido por Víctor Manuel II de Saboya en el 1869, fue convertido en residencia de caza, tal y como atestiguan los centenares de cuernos de gamuzas y cabras montesas con los que está decorada la sala de los trofeos.
Siguiendo la carretera principal se llega a Aosta donde se conservan numerosos restos bien conservados de monumentos romanos con fecha del año de su fundación (25 a.C.): el puente romano, el arco de Augusto, el teatro romano, la Puerta Praetoria, el Foro Romano y el Criptoportico, el Anfiteatro y las murallas romanas.
Destaca, también, su céntrica plaza Emile Chanoux y sus calles colindantes peatonales llenas de restaurantes, heladerías y tiendas de productos gastronómicos tradicionales.
El restaurante L’Osteria 1880 es una buena muestra para degustar platos con ingredientes típicamente valdostanos como los tagliatelle di castagne alla salciccia e verza, el cervo al pinot noir o la fonduta valdostana. Para acabar un delicioso y alpino strudel di mele.
Martes 12 de abril 2022
El macizo del Gran Paradiso (4061 m) es el eje principal del Parque Nacional que recibe el mismo nombre. Antiguamente coto de caza de la Casa Saboya, fue el primer parque nacional en Italia en el 1922 para proteger la cabra montesa de su extinción, aunque lo que realmente se protegía era que la monarquía y la nobleza tuviesen cabras suficientes para cazar.
El parque se puede visitar en todas las estaciones del año, una extensa red de senderos serpentea entre los maravillosos panoramas alpinos y
es posible encuentrarse con fauna local. Es más fácil en primavera, cuando despunta el deshielo, momento en el cual las gamuzas y las cabras montesas descienden al valle buscando las primeras hierbas. Cuando aún queda nieve se puede seguir las huellas de algunos animales por el bosque.
La parte valdostana del parque se extiende en una zona que comprende 3 valles:
el valle de Cogne, el valle de Valsavarenche y el valle de Rhêmes. Si se dispone de poco tiempo, hay que elegir uno de ellos y centrarse en alguno de los centenares de senderos que cruzan el parque.
El castillo de Aymavilles domina la entrada al valle de Cogne y la carretera sigue hasta la que se considera la capital del parque, Cogne que une el carácter típico alpino y algunas infraestructuras turísticas. Algunos kilómetros hacia delante del pueblo se encuentra Valnontey con una rica
red de senderos. Siguiendo el sendero 22, se llega hasta el puente Eufalets donde el camino pasa a nivel técnico y en esta época y aún con nieve la cosa se complica. Pero en este mismo punto donde el paisaje ya es abrumador, sentados en el puente haciendo un picnic, pudimos ver una familia de cabras montesas mientras oíamos el aleteo de un cuervo y el ruido de rocas cayendo peligrosamente al río.
Otro sendero recomendado es el que sale de Lillaz hasta la cascada. Ahora congelada en algunos puntos, es posible cruzarla y hacer un sendero circular para observar el torrente de agua desde diferentes puntos y niveles.
Miércoles 13 abril 2022
De camino al este del Valle d’Aosta, donde pernoctaremos en el camping Paradise Village de Saint-Vicent, hacemos parada en el castillo de Fénis. El amplio y cómodo parking nos permite dejar la caravana sin ningún problema.
El castillo de Fénis domina un trozo de territorio que desde el siglo XII estaba sometido a la jurisdicción de
los señores de Challant, vizcondes de Aosta.
Al contrario que los demás castillos construidos con finalidad bélica y defensiva, Fénis no está situado en la cumbre de un promontorio, sino en una pequeña colina. En realidad, su función, en contraste con su equipamiento defensivo, era únicamente la de actuar como residencia de prestigio de la familia Challant, a quien perteneció desde su construcción, en el siglo XII, hasta 1716.
Destaca su patio interior con su escalón semicircular y las balconadas de madera, decorado con preciosos frescos entre ellos el que representan a San Jorge matando al dragón y un grupo de sabios y profetas.
Después de dejar la caravana en el bonito camping de Saint-Vicent y sin perder mucho tiempo nos dirigimos a Verrès. La intención era comer en la Trattoria de Omens, restaurante del que guardamos un excelente recuerdo de la primera vez que vinimos al Valle d’Aosta, pero hoy miércoles es día de descanso semanal y está cerrado. Así que, sin mucha esperanza de comer dignamente, paramos en Il Cantinotto, en bar de paninis, focaccias y rostys que, finalmente, ha superado nuestras expectativas.
Con el estómago lleno la subida al castillo de Verrès se hace un poco dura.
El castillo, construido sobre un peñasco desde donde se domina el pueblo de Verrès, aprovecha
la posición defensiva y estratégica del sitio, controlando tanto la entrada al valle de Challand-Ayas como la carretera principal. Esta sólida construcción perteneció, también, a la familia Challant durante varios siglos. En los últimos tiempos estuvo en un estado de abandono y demolición hasta que un grupo de piamonteses se dedicaron a restaurar y conservar los castillos medievales de la zona.
Al otro lado del valle, se alza el castillo de Issogne. Una verdadera joya medieval que esta vez no hemos podido visitar por estar cerrado por trabajos de conservación. ¡Una verdadera lástima! Aún conservo un bonito recuerdo de este castillo y sus frescos.
Siguiendo hacia Torino llegamos a la población medieval de Bard y a su imponente fuerte encaramado a una roca a orillas del río Dora Bàltea. Testigo de decenas de guerras y batallas, fue construido para proteger la entrada del valle. Desde el siglo VI d.C. hay documentos que atestiguan que ya existía un fuerte en ese lugar, con el paso del tiempo se fue ampliando y reconstruyendo hasta lo que conocemos hoy.
Actualmente alberga exposiciones temporales de diferentes temáticas, pero vale la pena subir los cuatro niveles de ascensores para descubrir la panorámica del valle desde este punto. La bajada se puede hacer andando y cruzar el bonito burgo medieval que descansa a los pies del fuerte.
Jueves 14 de abril 2022
Hoy ha sido el día estrella para algunos miembros de la familia. A pesar del madrugón que nos ha tocado hacer, la actividad de hoy lo valía.
No puede faltar una actividad típicamente alpina en un viaje a una zona como ésta. Y, cerrando la temporada, hoy ha tocado hacer ski en las pistas de Cervinio Ski Paradise una de las áreas más populares y grandes del mundo que comprende tres zonas unidas entre si: Breuil-Cervinia, Valtournenche y Zermatt (Suiza). Conectadas por un sinfín de pistas y una densa red de remontes, permite una conexión sin nunca tener que quitarse los esquís admirando el monte Cervinio (Matterhorn) tanto desde el lado italiano como desde el suizo.
En datos, Zermatt-Cervinia es la quinta estación de esquí más alta del mundo y la primera de Europa, llegando uno de los remontes del lado suizo a 3900 metros. La friolera de 360 kilómetros de pistas componen esta exclusivo complejo.
A los que, como yo, lo de los esquí les viene grande, se puede disfrutar de las vistas desde la Testa Grigia (Plateau Rosa). Con un pie en Suiza y otro en Italia, la infinidad de los Alpes con sus cumbres nevadas y los glaciares te dejan sin respiración ante tal magnitud.
Después de un día tan intenso, la opción de salir a cenar temprano y no tener que cocinar ni fregar cacharros, va cobrando fuerza.
El restaurante Lo Chalet, en el mismo camping donde nos alojamos, es una buena opción después de ver las reseñas positivas con las que cuenta en internet.
Empezamos con una deliciosa tartifflete que sustituye el queso reblochon por el queso estrella de la región, el queso fontina, y seguimos con unos parppadelle fresche al ragú di cervo y una típica zuppa di cipolla valdostana con fontina.
Viernes 15 abril 2022
El valle de Gressoney es el primer valle que se encuentra entrando
en el Valle d’Aosta para los que llegan desde Piamonte. Empieza en Pont-Saint-Martin y se encaja después en un estrecho pasillo que se abre delante del Monte Rosa, montaña espectacular con 28 picos que superan los 4000 metros y que representan la frontera natural con Suiza. Los antiguos habitantes de esta zona, los walser, crearon colonias en las que se hablaba alemán y conservaron sus tradiciones. Actualmente, aun se habla un dialecto germano y pueden apreciarse técnicas de arquitectura alemana en muchas de las aldeas que salpican las orillas del río Lys.
Los campings escasean en el valle, pero en Lillianes hay uno pequeño, sencillo, muy cuidado y limpio que podría ser un lugar ideal si no fuese por la pizzería cercana que por la noche se transforma en una disco-party con música de principios de siglo que convierte el apacible lugar con el único sonido del agua del río en un garito más propio de la costa estival que de uno de rural.
Desde Lillianes la carretera se adentra por el valle hasta llegar a Gressoney-Saint-Jean, localidad turística preferida de la reina Margarita de Saboya donde se alojó varias veces hasta que el rey Umberto I hizo construir el castillo de Saboya como donación a la
reina en lo alto de un belvedere con vistas al Monte Rosa y al glaciar de Lys. Las obras se iniciaron en 1899 y fue terminado en el 1904. La reina, amante de las montañas y del alpinismo, pasó sus vacaciones de verano en este lugar hasta 1925.
La última población del valle es Gressoney-La-Trinité desde donde salen remontes para los aficionados al esquí, concentrándose en su mayoría en Staffal y uniéndose con estaciones de Piamonte y del valle d’Ayas, creando un complejo de 180 kilómetros de pistas esquiables en la cordillera del Monte Rosa. En verano la zona se convierte en un entramado de senderos y rutas de alta montaña.
Aldeas, iglesias y casas walser no es lo único de lo que podemos disfrutar a los pies del glaciar de Lys. El hotel Busca Thedy recibe a los turistas a la entrada de Gressoney-La-Trinité con un cartel que dice «ingresso vietato». Un tétrico lugar abandonado desde que un trágico suceso tuvo lugar en el 2004, fecha en la que el gerente del hotel tras verse en apuros económicos prendió fuego a las habitaciones del anexo nuevo encerrándose en una de las habitaciones y resultando víctima de su propio incendio. El seguro no se hizo cargo del siniestro y el hotel cerró sus puertas. Hoy, dieciocho años después, sigue en venta por la friolera de cinco millones de euros. En el interior, las habitaciones todavía están llenas de muebles y recuerdos, la cocina en la planta baja contiene cajas de adornos navideños, el salón de baile palaciego está repleto de sillas cubiertas de telarañas, el suelo salpicado de papeles de registro de hotel, registros escritos a mano, documentos y revistas viejas. Todo envuelto en una corriente helada que sale de las ventanas rotas y puertas entreabiertas.
Obvia decir que el carte de prohibición para entrar ante tal fantástico lugar propio de las películas de terror, es simplemente decorativo.
Sábado 16 abril 2022
Lillianes es un bonito pueblo de carácter alpino con un puente medieval de piedra y un campanario que sobresale de las pocas casas que se agrupan en su núcleo urbano.
A pocos kilómetros, Fontainemore, con su puente e iglesia forma un pintoresco lugar a orillas del Lys. Desde aquí y desde sus cercanas aldeas salen algunos senderos interesantes que ascienden a las montañas o siguen el curso del río.
El parking de Pian dou Coumarial es el punto de partida de algunas caminatas hacia la Riserva Natural del Mont Mars, rica en lagos y turberas.
Desde el parking sale un camino sencillo sin número de sendero conocido como el sentiero della salute que va a parar al sendero 2. Dirección este se asciende hasta el lago de Vargno, congelado en esta época del año y ofreciendo un bucólico paisaje. Desde aquí el camino asciende hasta el refugio de Barma con desnivel de más de quinientos metros (solo para expertos), pero una conexión que atraviesa la presa asciende hasta el Mont Leretta para ir a parar al sendero 2D descendiendo hasta el parking, nuestro punto de inicio.
Las altas montañas esconden los picos que en esta época del año permanecen con nieve, así que cuidado con los caminos llenos de nieve virgen en los que se te hunden los pies cuando pisas, puede ser peligroso. Si, por suerte, no hay ningún accidente las risas están aseguradas.
Con las piernas temblorosas del agotamiento, las rodillas que empiezan a fallar y muertos de cansancio, volvemos a Lillianes donde se celebra una típica fiesta de pascua con música y trajes tradicionales. Los amables vecinos nos ofrecen una rica y casera tarta de manzana mientras descansamos en la plaza de la iglesia al son de música típicamente alpina.
Y, como todo buen viaje que se precie, que mejor manera de acabarlo que con una buena cena en un bonito restaurante. En lo alto de una ladera, el medieval pueblo de Perloz tiene uno de los mejores restaurantes de la zona. Ubicado en una casa restaurada del siglo XVII, Osteria Mansio 1695 ofrece una cocina tradicional y casera con ingredientes de la región y una amplia selección de vinos.
Nosotros pedimos la trota al pesto di aglio valdostano, chnefflène mele chateux d’arnad e mocetta (unos pequeños gnocchi de manzana), rissotto al Blue d’Aosta e fiori di fiordaliso y pasta casera al ragú di capra. De postre un pastel de chocolate y ricotta y un crumble con frutos del bosque.
Cena y lugar que quedaran para el recuerdo.