Valles Calchaquíes: Cafayate y Amaicha del Valle

Por Elainn

De vuelta en la ciudad de Salta fui a conocer el claustro y el campanil de la iglesia San Francisco. En este caso el turno se saca por Whatsapp. El claustro es muy interesante, en especial el área dedicada a enfermos por epidemias con un pasadizo entre áreas. Visitamos también el coro de la iglesia. Luego subimos al campanil, el más alto de Sudamérica con 54m. Allí uno puede ver el casco histórico y estar debajo de la Campana de la Patria, una campana que se realizó con la fundición de los cañones que participaron en la batalla de Salta. Recomiendo la experiencia. Segundo campanario al que subo en Argentina (el primero fue en la catedral de Catamarca). Compré comida hecha en el supermercado VEA que está en la peatonal (una opción económica, ideal si están en un hostel con microondas) y la comí en el hotel.

A la tarde fui al Museo Güemes cuya visita me habían recomendado. La última vez que había ido a Salta ese museo no existía así que me interesó conocerlo. Pedí turno por email y me lo dieron para esa misma tarde. Se trata de un museo moderno interactivo. En vez de piezas contiene audiovisuales con lo cual resulta más emocionante. Hay videos y hasta un animatronic del héroe salteño. Se parece un poco al Museo Histórico de San Luis. No pueden perdérselo. ¡Cuánto no sabemos de nuestra historia!

Fui a comer un helado en Rosmari (crema de higo y chocolate italiano) y recorrí la catedral. Para la noche compré una pizza chica en el Café del Convento (la especial cuesta $280) que nuevamente comí en el patio del hotel. Al otro día volvía a madrugar.

Me pasaron a buscar pasadas las 7 para ir a Cafayate. Había contratado un tour con De Altura para tener la oportunidad de hacer paradas por el camino. Yo había hecho la excursión en 2012, pero en diferentes circunstancias: sin pandemia, vacaciones de invierno, etc. Me pareció que iba a disfrutar más el paseo ahora y no me equivoqué. No sólo cambia el paisaje con el verdor del verano, sino que al no haber tanta gente uno podía moverse mejor.

La primera parada fue en la hostería Talapampa para tomar algo y pasar al baño. Poco después entramos en la Quebrada de las Conchas. El verde se convirtió en rojo y aparecieron las primeras geoformas.

Paramos en la Garganta del Diablo, el Anfiteatro, Tres Cruces y La Yesera. Esta vez tuve tiempo suficiente para recorrer cada sitio. Mi parte del tour terminó en la bodega Vasija Secreta. Allí compré uno de los pocos vinos que me gustaron: Gata Flora torrontés. No pude probar el rosado. Luego, mientras los demás iban a almorzar yo me instalaba en el hotel. Esta vez iba a quedarme en Cafayate.

Me alojé en el hotel Munay. Es una muy buena opción en Cafayate por ubicación, precio, limpieza y servicio. Tenía una habitación amplia con aire acondicionado, heladera y televisor con cable. Un sitio muy tranquilo. El baño cuenta con secador de pelo, dispensers de jabón líquido, shampoo y crema enjuague. Tiene una pequeña pileta en el patio, pero no la utilicé porque siempre había gente. Incluye desayuno. Volvería sin dudarlo. Sólo creo que necesita algún empleado más en recepción.

Quebrada de las Conchas

Almorcé en La Estancia frente a la plaza principal (milanesa de pollo y papas). Estuvo bien. El precio del menú parecía económico, pero al cobrar cubierto ya no era tanto. Originalmente yo quería ir a comer a la parrilla El Criollo, pero no la encontré. Igual las reseñas de ambos sitios son malas. Donde sí fui después de comer y lo disfruté, fue a la heladería Miranda. No pueden dejar de ir si pasan por Cafayate. Esta vez pedí un helado de torrontés y tuna. Me gustó más que en el otro viaje.

A la tarde vi artesanías. Como estaba cansada cené temprano en La carreta de don Olegario, uno de los pocos restaurantes del centro con una crítica buena en Tripadvisor. Por eso lo elegí aunque era más caro que los demás. Cené cabrito al horno con papas. Muy abundante (me llevé las sobras: no iba a desaprovechar el cabrito).

Al otro día fui a visitar el Museo de la Vid y el Vino ($80, sin turno). Es interesante. Cuenta la historia del vino a nivel mundial y en Cafayate, su proceso y las características del clima. Es un recorrido breve. Cuando yo fui no hacían degustaciones. Quise visitar el Museo Regional y Arqueológico, pero fue imposible. Es privado y depende de los deseos de la dueña. Siempre lo encontré cerrado (volví un par de veces). En la oficina de turismo me dijeron que golpee la puerta, pero no pasó nada. Pueden probar y ver si tienen suerte.

A la tarde tenía programado un trekking de 7km por la Yesera. Salimos a las 15 desde la plaza (Majo Viajes). El guía, Atilio, transmitía paz. El recorrido no está muy promocionado, pero lo recomiendo enfáticamente. Pasamos por una pequeña cueva, una garganta y finalmente llegamos a un lugar bellísimo de tierra roja. Un cerro de varios colores y la inmensidad… Al volver pasamos por Los Estratos, un sitio donde suelen hallarse fósiles. No, no encontramos ninguno. Ese trekking fue una de las mejores cosas no planeadas del viaje.

La Yesera

De vuelta en Cafayate comí un helado de Cabernet y cayote con nuez en Santa Bárbara (muy rico). A la noche cené las sobras del cabrito que había guardado en la heladera.

Al día siguiente quise ir caminando por la mañana hasta el molino de piedra de época jesuítica, pero era más lejos de lo que pensaba y desistí a medio camino. Pasé igual por viñedos y hasta un puentecito peatonal sobre el río.

Más tarde fui caminando a la terminal ya que tenía pasaje a las 14 a Amaicha del Valle, en Tucumán. La empresa Aconquija va desde Cafayate a San Miguel de Tucumán, parando en Amaicha, Tafí del Valle, etc. Aunque revisaron los permisos de circulación, salimos puntuales. El viaje de Cafayate a Amaicha es corto. La terminal tucumana es pequeña, de hecho apenas una boletería al lado de un supermercado. Si bien el hostal está a pocas cuadras de la misma, fue una tortura caminar hasta allá por el estado de las calles. Creí que la valija se iba a caer en pedazos.

Me hospedé en el Hostal del Sol porque me encantaron las fotos. Y la verdad es que es tan bueno como parece. Una habitación cómoda y limpia con baño privado. No tiene televisor, pero lo compensa con una señal fuerte de wifi que lo hace innecesario. Es económico, tranquilo y está ubicado cerca de la plaza principal. Es una lástima que a causa de la pandemia no ofrezcan desayuno.

Después de instalarme fui a la plaza donde compré agua mineral (el agua no es potable) y comí en Yo un helado de limón & frutilla y chocolate blanco. En la oficina de turismo averigüé que justo al otro día abrían al público las Ruinas de los Quilmes, cerradas desde el comienzo de la cuarentena. No cabía de felicidad. Había llegado a aceptar que no iba a poder visitarlas. Fue un maravilloso regalo de bienvenida.

No había almorzado así que a la noche estaba muerta de hambre, pero o los locales abrían más tarde o todavía no tenían nada preparado. ¿Eran ya las 21? Al final entré en Willkasunco y cené una tortilla de papas con ensalada. Me quedé con ganas de ir a la peña en Rancho La Candelaria, pero abrían más tarde.

Sitio Arqueológico Quilmes

El sábado me levanté temprano para ir al sitio arqueológico de los Quilmes para evitar el calor y la gente. Desde 2012 me había quedado con ganas de volver. Había ido en un tour desde San Miguel de Tucumán (aquí les dejo la entrada donde hablo de mi visita), pero el tiempo fue insuficiente y la luz no ayudaba a las fotos. Aunque parezca increíble, también me quedé corta con el tiempo yendo por mi cuenta. Y esto se debe a que tuve que ir en taxi y el tiempo de espera es de dos horas. ¿Se puede ir en transporte público? Sí, siempre y cuando sea domingo y no tengan problema con caminar bajo el sol. Tienen que tomar el colectivo de las 10:20 a Cafayate y bajarse en la ruta 40 en el cartel indicador. No recuerdo cuánto se tarda…¿media hora? Una vez que se bajan hay que caminar (y agarrate porque no hay ni un árbol) 5km hasta la entrada. A la vuelta necesitan tomar el colectivo que vuelve de Cafayate y que debe pasar alrededor de las 15. En total: 10km de caminata en el peor horario. La opción es hacer dedo.

Como dije, yo fui en taxi. La ida, vuelta y espera de dos horas cuesta $2000. Lamentablemente no conseguí a nadie más para compartir el viaje y abaratar costos. A eso hay que agregar el costo de la entrada al sitio: $300. Salimos a eso de las 8:10 desde la plaza. Allí está la parada de remises.

Cuando llegué estaba el cacique y un montón de gente para la ceremonia de apertura. Me hubiera gustado presenciarla, pero tenía un límite de tiempo. La visita al Centro de Interpretación, si bien es muy bueno e informativo, me llevó una hora. Ese centro no existía cuando yo había ido antes y vale la pena. Hay muchos videos. Lo mejor es un cortometraje sobre la gesta y éxodo forzado de los Quilmes (Berra Desarrollos Creativos). Como el tiempo apremiaba, hice el recorrido sugerido por Sebastián Pastrana. Sebastián es un guía que antes realizaba una visita de varias horas a la Ciudad Sagrada. No me quedé en la zona baja. En parte porque era lo que ya conocía, en parte porque esa parte está reconstruida (no es original). Subí por la izquierda hasta la atalaya sur. De ahí pasé a las fortificaciones centrales. No llegué a la atalaya norte ni al cementerio. Me hubiera quedado al menos dos horas más. Sí, ya sé, yo y mis ruinas arqueológicas. Igual este sitio es impresionante. Es una lástima que para la mayoría “Quilmes” sólo sea una localidad o una marca de cerveza. Siento que los argentinos nos complacemos en aplastar a nuestros héroes.

Le pedí al taxista que me dejara en el cajero automático que hay junto al cartel de entrada a Amaicha. Pasé por una gran tienda de artesanías que hay ahí. Muy animado todo. De hecho, puedo decir que Amaicha del Valle me sorprendió de manera positiva. Cuando decidí ir no sabía que tenía tanta onda, con sus restaurantes, peñas, etc. Allá me enteré de que la gente de la ciudad elige este pueblo para despejarse los fines de semana. De haberlo sabido, me hubiera quedado más tiempo. Al menos un día más para ir de excursión al desierto de Tiu Punco con Sebastián Pastrana. Voy a tener que volver…

Almorcé matambre al verdeo en Imperio, un restaurant frente a la plaza. A las 15:30 el taxi me pasó a buscar para visitar las cascadas de El Remate. Sale $500 de ida y otros $500 de vuelta. Nuevamente lo ideal es compartir el viaje. Me aconsejaron volver caminando ya que no es tan lejos (la ida es más complicada porque es en subida). Ese “no tan lejos” son 9km. Igual no pude elegir porque se largó a llover y no había llevado paraguas ni nada. La entrada al sitio cuesta $200. El área pertenece a una comunidad indígena. Tiene baños y un pequeño café. Hay un arroyo y dos pequeñas cascadas. A la última se accede gracias a un guía y una escalera. Me dijeron que existe otra cascada más, pero hay que treparse por las piedras y no. Muchas gracias.

Me quedé hasta que se largó a llover. Hermoso rincón para conectarse con la naturaleza. Se concentró un poco de gente en las cascadas, pero es posible sentarse junto al arroyo y tomar unos mates o -en mi caso- simplemente admirar el paisaje. Me dijeron que también hacen visitas guiadas por las ruinas arqueológicas del lugar. Cuesta $800. El problema es conformar el grupo. Por lo que vi, tienen dos circuitos (no cuento el de la cascada): uno de una hora por el sitio arqueológico, otro de dos horas hasta el Divisadero. Llamé al taxi de vuelta y mientras esperaba compré una porción de torta de manzana. Afuera llovía torrencialmente.

Me duché con agua bien caliente. Como quería probar -y comparar-las empanadas tucumanas fui a cenar a un sitio enfrente de la panadería Anahí, en lo de Alicia. Ricas, pero no pude decidir. Como ya no llovía fui a dar una vuelta por la plaza. En la peña cantaba Micaela Chauque. Me quedé escuchándola un rato desde afuera. ¡Qué voz!

Cascada de El Remate

Al otro día fui en taxi a la terminal. No iba a volver a traquetear con la valija por esas calles. Salimos poco después de las 10:20. Ya en Cafayate caminé al nuevo hostal que había reservado. Hubiera querido quedarme otra vez en el Munay, pero ya no tenían lugar. Mi plan original incluía dos noches en Catamarca (Santa María). Sin embargo, cuando vi que iba a ser imposible por la cuestión de los permisos de circulación, decidí agregar una noche en Cafayate y otra en la ciudad de Salta. Estas dos noches las reservé a último momento por Booking. En Cafayate elegí el Hostal Tierra de Vinos que me terminó decepcionando. No es que sea malo, pero no es lo que esperaba.

La habitación era muy amplia, con un ropero, un televisor de tubo con interferencias y un ventilador de techo. Por el precio hubiera esperado aire acondicionado y un televisor que funcionara. Creo que lo que más me molestó es el costo. Caro para lo que ofrece. En la ducha nunca hubo agua caliente. Lo bueno es que incluye el desayuno y uno puede hacer uso del microondas, la pava eléctrica y la heladera. Tiene una pileta pequeña que, como en todos lados, siempre estuvo ocupada.

Me preparé una sopa y comí un helado de Cabernet y sandía en Miranda. Me encontré con mi compañera de viaje de Tolar Grande y fuimos juntas a la Cueva del Suri (el taxi cuesta $320). El recorrido guiado es a voluntad. Nos recibió la gente de la comunidad indígena ancestral y nos mostraron tres zonas con pinturas rupestres (yo me metí en una cueva). El paisaje es impresionante. Antes de irme compré un tapiz de dos suris bailando.

Volvimos, caminamos por la plaza y recorrimos ferias de artesanías. Se largó a llover y asomó un arcoiris de ensueño. Cenamos el menú de 1 empanada, cazuela de cabrito y helado en Chikan. No me convenció.

Me acosté tarde. Total al día siguiente no tenía que madrugar ya que el micro de Flechabús partía a las 14. Pero eso ya lo contaré después.

Vista desde la Cueva del Suri

PENDIENTES:

  • En Cafayate: Molino de Piedra y Reserva Yacochuya, Petroglifos de San Antonio.
  • En Amaicha del Valle: desierto de Tiu Punco, sitio arqueológico de la zona de El Remate.
Tres Cruces

DATOS:

  • Iglesia San Francisco: tiene cuatro horarios para visitas guiadas (10-12-14-17h) y dos opciones: el claustro y el campanario. Cada opción cuesta $100. +549387-4431572. Los sábados hay también un audiovisual mapping a las 21h que no pude ver porque no estuve ningún sábado en la ciudad.
  • Museo Güemes: Entrada $110 = reservasmuseoguemes@gmail.com
  • Majo Viajes: 03868-422038/ +549387-4158361 / +5493868- 15404826 = $2000 trekking
  • Taxi Amaicha del Valle, Gustavo Morales: +549381-4780519
  • Trekking a la Ciudad Sagrada Amaychas: 381-3407380/ 4625937
  • Consultas Parador Wayra Wasy (Pueblo Sagrado Los Amaychas, El Remate): 0381-155618719
  • Guía Sebastián Pastrana (Tiu Punco): +549381-6743596
  • Transporte Aconquija: $260 Cafayate-Amaicha del Valle
  • Bus de Cafayate a Tucumán a las 14 y de San Miguel de Tucumán a Cafayate a las 6:30 todos los días. (Aconquija)
  • Bus de Cafayate a Santa María y Belén en Catamarca a las 8:50 (Empresa El Indio).
  • Buses de Amaicha a Tucumán de lunes a viernes 4, 8:30, 15:20. Los sábados a las 8:30 y 15:20. Los domingos a las 8:30, 15:20 y 19:20. De Tucumán a Amaicha a las 6:30, 14 y 16. De Amaicha a Cafayate de lunes a sábado a las 10:20 y los domingos a las 10:20 y 16. Aconquija Transporte.
  • La terminal de Amaicha está frente al bar Los Amigos.
  • Hostal del Sol: +5493867-515843
  • Taxi Cafayate: Fernando +5493868-408282 / Huerta +5493868-468963
  • Bodegas recomendadas para almorzar/ merendar y hacer degustaciones: Piattelli y Finca Las Nubes. También hay cooperativas y bodegas orgánicas. En el centro hay bodegas donde realizar degustaciones.
  • En Cafayate, para los más chicos y no tan chicos, hay un balneario municipal a media cuadra de la terminal abierto al público. Abre todos los días de 11 a 19h. La entrada cuesta $150 ($100 si son menores). No es necesario ser local. También está Cafayate Aquapark con camping y toboganes de agua.
  • Si son gente de hostel y no de hoteles, tienen en Amaicha Casa Amancay y en Cafayate Cielito Lindo y Huaka.
La Yesera