Valor de ley: la intrépida aventura de una díscola jovencita

Publicado el 15 febrero 2011 por Asilgab @asilgab


La cinta comienza con la cita bíblica: "no dejar que los malos se escapen, simplemente porque nadie los persigue". Y de esta forma tan sencilla como eficaz, tenemos condensada en una frase toda la trama de una de las grandes películas que van a optar a la carrera de los Oscar. A continuación, y bajo un pequeño manto de nieve, el cadáver de un hombre asesinado yace en el suelo. Una imagen en apariencia simple, pero cargada de un gran significado, donde la extraordinaria luz con la que Roger Deakins ha filmado toda la película, a la que acompaña la certera música de Carter Burwell, ya nos hacen presentir que estamos ante algo grande, pues en tan poco espacio de tiempo, los hermanos Coen, ya son capaces de ofrecernos una clase magistral de buen cine.
Un inicio que siembra algunas dudas en la continuación, cuando la rapidez y espesura de los diálogos hacen que a veces no se sigan adecuadamente, y ese es un fallo que persigue inicialmente a Mattie Ross (Hailee Steinfeld) pero que afortunadamente nada más empezar la aventura de la búsqueda del asesino se disipa, aunque a su favor, hay que admitir que sirven para darnos todos los datos de la historia. Pero ¿cuál es la principal virtud de esta película?, sin duda, el haber elegido la mirada de una joven de catorce años en el agerrido y despiadado oeste americano para contarnos esta aventura de venganza, lo que nos obliga a situar nuestra mirada desde otro punto de vista, con el que quizá no contábamos al entrar al cine, y que hacen que la película sea en sí misma diferente y genial.
La parte central del film se desarrolla en el más estricto sentido de un western con tiros, cabalgadas interminables, acontencimientos y encuentros inesperados, pero a la que los Coen han sabido dotar de un discurso fílmico excelente, filmando este trayecto de búsqueda con una gran cercanía en los enfoques de los personajes, lo que nos hace sentirlos más cerca, como si fueran nuestros. Una vez más, hay que destacar la magnífica interpretación que Jeff Bridges hace del agente de la ley Rooster Cogburn a veces divertida, y a veces melodramática, pero siempre dentro de una contención actoral que borda la perfección y si no fuera por su reciente Oscar, se lo pondría muy difícil a Colin Firth. A su lado, Matt Damon como Laboeuf que representa la otra cara de la ley, un agente con principios y que no se deja vencer por la adversidad (o casi), y que también nos deja traslucir su gran versatilidad a la hora de interpertar y elegir papeles, tan diferentes como convincentes.
Mención aparte merece la joven Mattie (Hailee Steinfeld), no sólo por su papel de impulsora de la historia que rige toda la película, sino además, por tratarse de un personaje escasamente abordado en el mundo del western, y que es tratado desde una perspectiva tan distinta como convincente, que si bien al principio arrolla un poco, enseguida se equilibra. Baste recordar la excelente escena del regateo con el hombre que le vendió los ponis a su padre y que luego ella logra volver a vendérserlos, como ejemplo de un intrépido y deslumbrante enredo lingüístico cargado de ironía y buen humor. Pero Mattie Ross (Hailee Steinfeld) no sólo se superpone a la muerte del padre a través de la dialéctica, sino que también lo hace con mucho coraje y determinación ante cada una de las adversidades que se le presentan, no dejando de lado en su empeño a su propia labor interpretativa, sobre todo si la comparamos con la de los dos grandes actores con los que comparte protagonismo, lo que la convierten sin duda, en una firme candidata al Oscar. Y para que no le falte de nada a esta gran aventura del oeste, los hermanos Coen nos regalan un final con una magistral cláusula de cierre, al estilo de los grandes narradores, lo que hace de Valor de Ley una magnífica película, que está magistralmente narrada por los Coen y que cuenta con unos actores que están a un gran nivel, lo que sin duda la convierten en una firme candidata a competir por todos aquellos Oscar a los que está nominada, a lo que contribuye la tenue luz en la que está rodada, repleta de tonalidades mates que hacen que parezca que estemos allí, enmedio del oeste americano.