Valores emocionales

Por Laregiagatubela @laregiagatubela

Nuestra vida, nuestra existencia están compuestas por y de valores. No hablamos de los valores convertidos a acciones, fondos de inversión, no, no son esos. De los que hablamos son los auténticos valores emocionalesque nos definen como personas.

Todo valor es un concepto operativo tanto de nuestra vida cotidiana como laboral. Son pautas que la sociedad establece en las relaciones sociales. No se trata de que sean ni buenos ni malos, son pautas de comportamiento y respeto establecidas. Por poner un ejemplo, hace unos meses cambiamos el canapé de la habitación de matrimonio y uno de los montadores que vinieron a ponerlo me habló de que si las personas juzgáramos menos y respetásemos más, la vida sería más sencilla y se evitarían disputas/conflictos cada día. Eso me dio que pensar y cada día que algún coche cuando circulo por autopista, me adelanta por mi derecha, ya no pienso mal o lo increpo… sólo pienso que tendrá más prisa que yo o que tiene menos paciencia que el resto de los conductores mortales (o quizá le falta el valor suficiente para admitir que es un memo).

Existen varios tipos de valores: íntimos, familiares, laborales, universales, humanos y divinos. Por lo que sus opuestos serían los anti-valores: éticos, morales, políticos, económicos y culturales. También hay valores solidarios, generosos y desinteresados, responsables, honrados, respetuosos y justicieros. Los valores que os hacen despertar cada mañana con un proyecto, con una sonrisa interior que acaba materializándose en exterior, que todos podemos ver, otros sentir, captar y apreciar: en un gesto, un por favor, un gracias por tu ayuda… que poco hace falta para sentirse útil y transmitir esa energía positiva a los demás, sentir que las cosas las estás haciendo bien y que son reconocidas cómo se merecen por tu entorno.

Levantarse cada día a cumplir con las “misiones” que nos ha encomendado la vida, necesita de nuestro VALOR, de nuestra fuerza y de nuestra firmeza para conseguir unas metas. No hace falta que sea Primavera o Verano para tener buen ánimo y tener fuerzas. Debemos emplear nuestro valor y confianza durante todas las estaciones del año. Nuestro buen hacer nos acompaña siempre no en determinados momentos. Esa fuerza que alimenta nuestro bienestar, es la palabra que llevamos interiorizada y que debe ser amamantada cada día, porque si no pierde fuerza, carisma; necesita de una retroalimentación constante.

Esa alimentación solemos esperarla de los demás, con un simple reconocimiento a nuestros esfuerzos por hacer las cosas bien (sean o no nuestras obligaciones o compromisos adquiridos) y ayuda a mantener la constancia y perseverancia para mantener la concentración diaria necesaria para cumplir nuestro cometido (ya sea social, laboral, grupal, etc.).

Repasemos:

Valor, sonrisa, reconocimiento, alimentar, fuerza, retroalimentación, constancia, esfuerzo, concentración… ¿Os habéis fijado que cada uno de estos adjetivos son valores que nos definen y nos educaron con ellos desde bien pequeños? Creo que son valores comunes a todos nosotros, a todos los que queremos trabajar, estudiar, formar familias, hacer un mundo mejor, educar, etc., y que a estas alturas de la vida hemos llegado a no necesitar una palmada en la espalda para hacerlo. Se ha convertido en rutina, en una buena rutina social.

Pero para los más pequeños sí es necesaria esa palmada. Hay que motivar a los niños y adolescentes y sobre todo a jóvenes estudiantes/emprendedores de que la vida está repleta de acciones que dan lugar a consecuencias positivas o negativas. Que esas consecuencias son convertibles en el aprendizaje de unos valores, convertibles en oportunidades que nos formarán en el presente y serán nuestra carta de presentación en un futuro. Hay estudios que demuestran que una persona que vive dentro de un ambiente cálido y basado en el respeto reaccionará mejor y buscará interactuar con su entorno.

A todos nos gusta la típica y entrañable palmadita en la espalda o un abrazo reconstituyente cuando una acción es buena, o cuando un trabajo que nos ha costado mucho esfuerzo y se ha conseguido. Cuando no obtenemos esa palmada, ni palmadas durante largos periodos de tiempo, solemos caer en la frustración, como los niños o adolescentes. Por lo que debemos aprender a retroalimentarnos nosotros mismos para no perder la fuerza, la energía y el coraje que nos hizo llegar a la cumbre que subimos cada día al despertarnos y levantarnos de la cama.

Creed siempre en vosotr@s mism@s, sed fuertes, que el coraje y la valentía sean siempre vuestros mayores aliados y no necesitareis nunca del aliento de nadie, porque vuestro fuero interno os dará siempre esa chispa,esa vitalidad necesaria para encontrar el valor interior necesario que os ayude a superar sobresalientemente cada día.

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho… ¡Feliz Domingo!