Rose vuelve a tener problemas. Como si no tuviera suficiente al ver que Dimitri está poniendo los ojos en otra chica que no es ella, cuando se descuida se ve arrastrada al cuerpo de su amiga Lissa debido al vínculo que las une y, lo peor de todo, tiene que lidiar con su madre, que ha vuelto a casa por Navidad. Encima, su amigo Mason está locamente enamorado de ella, lo que la hace sentirse mal por no poder corresponder a ese sentimiento.
De nuevo, la historia vuelve a comenzar cargada de acción desde los primeros capítulos, y ese es el detonante que encadena una serie de consecuencias que le pasarán factura no solo a Rose, si no a otros personajes más, y que como conclusión hacen que sea imposible despegarse del libro hasta descubrir lo que sucede.
Me ha gustado la mezcla de problemas con los que tiene que lidiar Rose. A parte de sus problemas sentimentales con los chicos, el descubrir cómo es la relación que tiene con su madre es un punto fuerte en la historia que permite saber más de la vida de la protagonista, sin olvidar cómo va madurando a lo largo de la historia y en comparación con como era ella antes.
Otro punto fuerte de la historia, sin duda alguna, y que despierta la curiosidad del lector es Adrian Ivashkov, un moroi que aparece siempre en los momentos más inoportunos, algo extraño y que parece que no es una muy buena influencia, aunque sin saber porqué, Rose no puede evitar no hablarle cuando se encuentran.
Una vez más, la autora me ha sorprendido con una trama entretenida y adictiva, unos personajes muy atractivos, frescos y originales, y una narración sencilla y de ritmo ágil, que te atrapa desde las primeras páginas. Y, por si fuera poco, sorprende bastante con un final que deja boquiabierto y con hambre de más al lector.
Sangre Azul es una continuación perfecta que mantiene la originalidad y frescura de la saga, aporta momentos de tensión durante la lectura y te conquista con sus personajes.
Puntuación: