A veces tienes que renunciar a las personas, no porque no te importen, sino porque tú no les importas a ellas.
Esos jefes que todo el tiempo se la pasan descalificando tu trabajo, vecinos que no hacen más que quejarse de lo mal que está el tiempo, compañeros de trabajo que no tienen más que pizcas de envidia a diestra y siniestra, parientes que te echan la culpa de todo, gente arrogante, mentirosa, vaya pues gente tóxica. Gente que puede arruinarte la sonrisa en un dos por tres y tienen ese gran talento de convertir esa mañana en la que te levantas de la cama tarareando la última de Taylor Swift (admítelo, bien que te la sabes) se convierta en uno de los peores días de tu vida.
Este tipo de personas son las que hoy llamaremos vampiros emocionales. Aquellos que no sólo se molestan con chuparte la sangre si no que pueden destruir sueños, alejarte de tus metas y porque no decirlo arruinarte la vida.
¿Eres un vampiro emocional?
Los hay en todos los ámbitos, en el trabajo UFFF los hay de a montón, en tu círculo de amigos y aunque no lo creas hasta en tu familia. ¿Por qué son así? Seguramente son personas con baja autoestima, con problemas emocionales, que se hacen las víctimas necesitadas de apoyo continúo y que dirigen sus frustraciones en ver las debilidades y errores del otro sólo por no ver los propios algo así como:
“No mires la paja en el ojo ajeno si no miras la viga que tienes en el tuyo”
Un vampiro emocional atenta contra tu salud así que no permitas que un manipulador así te corte el buen rollo. Conócete, identifica tus emociones, haz uso de tu inteligencia emocional. Porque una vez que sepas lo que te hace explotar y reconozcas tu diferentes emociones sabrás controlarlas y así, ninguna persona podrá borrar tu maravillosa sonrisa, por más que se empeñe.
Dicen que hay que ver para creer. Así que párate frente al espejo y empieza a creer en ti. Dile bye, bye, bye a los vampiros emocionales en tu vida sean quienes sean. Ellos se lo pierden y tú, te lo ahorras.