Título original: Vampyr
Año: 1932
Duración: 68 min.
País: Alemania
Director: Carl Theodor Dreyer
Guión: Carl Theodor Dreyer, Christen Jul
Música: Wolfgang Zeller
Fotografía: Rudolph Maté
Reparto: Julian West, Sybille Schmitz, Henriette Gérard, Jan Hieronimko, Maurice Schutz, Rena Mandel
Escalofríos y terror en la noche vampírica.
La llegada del sonoro provocó, allá por los años 30 del siglo pasado, una revolución en la forma de explicar las historias. Paradójicamente, en Vampyr esto carece de importancia. De hecho era un film mudo en su origen, al que posteriormente se le añadieron los escasísimos diálogos que contiene. Es un film extraño, tanto, que en la época en que se estrenó fue un fracaso absoluto. Incluso hoy, su visionado provoca cierta consternación. Su ritmo pausado, sus largas tomas, su fotografía oscura y la melancolía que destilan sus personajes, hacen de ella una obra vanguardista y fuera de toda posible clasificación.
El silencio y los claroscuros se convierten en terror, así lo quiso Dreyer, pero creo que no lo salió como él esperaba. En mi opinión quiso rodar una cinta terrorífica, pero le salió algo poético y casi sobrenatural. Verdaderamente acongoja incluso el movimiento de los personajes y algunas escenas se han convertido en iconos del mundo del cine. Me estoy refiriendo al hombre que toca la campana con una guadaña en el lago, al principio del film. Su significado tendríamos que preguntárselo al director. ¿Qué quiso decir con ello? ¿Es una metáfora acerca de la muerte? Al sujeto no se le ve la cara y está mirando hacia las aguas. Quizás nos esté indicando el camino al paraíso o al infierno, quien sabe.
Allan Grey es un joven estudioso de la demonología. Sin saber cómo llega a la aldea de Courtempierre. El pueblo está hecho para él, puesto que se entremezclan todo tipo de historias: asesinatos, enfermedades repentinas, apariciones demoniacas, etc. Como es muy buena persona, decide donar sangre para la hija enferma del dueño del castillo. Un poco debilitado, las alucinaciones hacen de él casi un fantasma. La vieja bruja-vampiro se encargará del resto.
Maravillosa cinta que se queda corta en algún aspecto, pero que vista hoy en día alcanza todo el esplendor que le faltó en su estreno, ya que fue un fracaso total. Eso nos privó durante diez años de poder ver algún título del director alemán. El guión es un poco endeble por la falta de fuerza en todo su metraje. Da la impresión, por la trama, de ser una obra blanda. No obstante esto se arregla por el rodaje y la fotografía, realmente impactantes e imperecederas. Mirada tranquilamente, sin mucha luz alrededor, puede provocar una sensación de auténtico miedo. Las interpretaciones son correctas, sin ser lo más destacable de la película. En particular mencionar a Julian West, en su papel protagonista, que más parece un director de banco, y a Jan Hieronimko como Dr. Marc el médico rural, con cierta semejanza a un científico loco que lo hace entrañable. Cabe destacar la extraña sensación conseguida con los movimientos, muy originales, de la cámara. Esto, junto a la fotografía, luces y sombras maravillosamente compuestos, son lo mejor de la película, sin duda.
Decir que Vampyr es una obra menor sería engañarnos, también lo sería decir que es una obra maestra. Es una fantástica película que ha alcanzado la fama que se merece a través del tiempo. Vista hoy en día resulta sumamente interesante. Ante esto no hay más remedio que sacarse el sombrero.
Firma: Josep M. Luzán.