La República brasilera teme las razias de los nuevos Sarracenos
Y como para no temerlas, que decía aquél Bermudo I.
Aparecen como basura drogada y alcoholizada, inmersos entre de la multitud civilizada que democráticamente se manifiesta contra la corrupción política y pidiendo mayor inversión en educación y en cultura.
¿¡Para qué, gentuza sin civilizar!?, ¿para arrasar todo lo que encontréis a vuestro paso?. ¡Qué sinsentido!
Sus incursiones son rápidas y cobardes, destrozando todo aquello que ven a su paso. Su comportamiento es brutal y desproporcionado, propio de aquellos enajenados mentales que no tienen conciencia de sus actos, de aquellos que más merecen permanecer encerrados en celdas de aislamiento, sin ningún contacto con el mundo exterior, si no es apenas para recibir choques eléctricos que les despierte de su alucinación mental.
Se aprovechan de las manifestaciones populares y de sus reivindicaciones legítimas para, en rápidas incursiones, cometer crímenes que en su mayoría quedan impunes, porque esa justicia que les debería condenar, les mantiene a salvo en su burbuja de pulcritud legal.
Apenas son una infinitesimal parte de la juventud, tan ignorantes y estúpidos como despreciable y maloliente detrito humano quienes se regodean del mundo, de su país, de su ciudad y de su gente, destrozando sin ton ni son todo aquello que encuentran a su paso, comportándose como lo que son, vulgares alborotadores y maleantes, y creyendo erróneamente que eso les va a convertir en alguna clase de revolucionario o héroe de los que observan en la televisión o en sus comics fantásticos. Pensándolo con crudeza y como no son tan tontos como pudiera dar a entender su maldad, se aprovechan del dicho “A Río revuelto, ganancia de pescadores”, y nunca mejor dicho.
Quizás se ven como unos nuevos CHE GUEVARA, dudo sepan quién fue, o cualquier otro revolucionario del siglo XX, aunque su estupidez y estulticia más les acerca a ladrones y terroristas de medio pelo, si es que el terrorismo admite algún tipo de medida.
Así que lo más probable, si nos atenemos a su comportamiento, es que simplemente estemos ante la nueva versión actualizada de las famosas y antiguas raziasmusulmanas que, 10 siglos atrás y como vulgares ladrones callejeros, utilizaron ilustres ejércitos procedentes de exóticos reinos para depredar y robar en la península Ibérica. Porque robar es la única intención de sus algaradas.
Y es que en escenarios escenarios tan caóticos como los espacios reivindicativos, dónde la petición y protesta choca con derechos fundamentales como la libre deambulación, no hay ningún ser bajo la capa del cielo que tenga la capacidad autodestructiva del ser humano.
Más aun cuando se trata de huestes enfurecidas, unos excluidos de la sociedad, sin ninguna empatía o responsabilidad social, por no hablar de su falta de estabilidad mental, comúnmente inducida por drogas y/o alcohol, que les proporciona un estado de enajenación mental y locura que les permite creerse en posesión de la verdad y totalmente justificados para realizar esos actos censurables por la ética y la moral, pasando por encima de quién sea y atentando contra lo que sea.
Esto sin tener en cuenta que todas estas acciones vandálicas les pone a la misma altura de esos supuestos corruptos contra los que presuntamente se manifiestan y pretenden censurar
Y es que ayer, 20 de junio, en la ciudad de Palmas, Tocantins, Brasil, decidieron cerrar todos los organismos oficiales, los demás por descontado, para evitar actos de vandalismo similares a los que se sucedieron el la capital carioca.
Palmas, centro geográfico de Brasil perteneciente al estado amazónico de Tocantins, es una ciudad diseñada siguiendo el ejemplo de Brasilia, solo diseñada, ya que no cuenta con el mismo apoyo económico o político que la capital Brasileña, careciendo de cualquiera de los beneficios sociales, estructurales o de cualquier tipo.
Amplias avenidas, manzanas, “quadras”, en perfecta cuadrícula, amplios parques y, que hoy, por primera vez en sus años de vida, conoce lo que es una manifestación reivindicativa y contra la clase política y sus corruptelas.
Y sí, también hay estúpidos en Palmas, al menos uno, y la prueba de ello la tenemos en la pedrada que recibió en la cabeza un agente del orden.
Sin otro particular por ahora, hasta el próximo blog.
¡Salud y Suerte!