Han sido solo unos minutos en el tramo inicial de la sesión pero todo un mundo para el francés, que siente como se acerca el fin de un periodo de ausencia no excesivamente largo si se compara con otros casos pero muy inoportuno en lo personal.
Hasta la fatídica noche del 11 de mayo en Cornellá-El Prat, donde se rompió tras una acción fortuita, todo eran alabanzas para el galo, que parecía haber encontrado su sitio y divisaba en lontananza, como titular, la final de Copa en el Bernabéu contra el Atlético.
Sin embargo ese partido, disputado menos de una semana después, nunca llegó y a la oportunidad perdida le siguió una operación en su país natal cuya convalecencia se ha prolongado, de momento, por espacio de más de dos meses.
El descanso vacacional, óptimo para desconectar y en su caso para asimilar el protagonismo que había ido adquiriendo con el transcurso de la temporada, ha tenido que emplearlo en recuperarse de la mejor forma posible para la exigente temporada que ya acecha.
Varane ha trabajado sin descanso e incluso aceptó adelantar el regreso de sus vacaciones para ponerse a punto e incorporarse cuanto antes a las órdenes de Carlo Ancelotti, fichado en sustitución de Jose Mourinho.
Al central, que llegó en 2011 procedente del Lens, le costó un gran esfuerzo convencer al entrenador portugués de que estaba capacitado para ocupar un puesto en el once titular. Ahora deberá hacer lo propio con el nuevo técnico, que llega sin prejuicios y con la intención de darle una oportunidad a todos los jugadores.
La labor será complicada a juzgar por la competencia y viene acompañada de una presión añadida, la de no defraudar a su principal valedor. Zinedine Zidane, el hombre que apostó por él, es ahora asistente del entrenador. Ambos deberán convivir, vestidos de corto, en el día a día.
Afortunadamente joven defensa galo llega a tiempo para presentar batalla. Si nada altera la planificación y continúa la mejora, en breve podrá reincorporarse con total normalidad a la dinámica del grupo.