La música sólo suena cuando Mona camina sola, vista a través de travellings con desplazamiento de derecha a izquierda -lectura inversa como mirada hacia el pasado-. Así, la película se presenta como una sucesión de hechos consumados, sin explicaciones, sin saber las causas que empujan a la itinerante protagonista finalmente a encontrar la muerte en una zanja. ¿Qué es la existencia sino una sucesión de encuentros y desencuentros que se pueden determinar reconstruyendo aquello vivido? A veces, quienes nos tratamos de adaptados, no somos capaces de comprender el porqué de ciertos comportamientos ajenos, pues consideramos estar sujetos a lo que el Sistema dispone. En el caso de Mona, sus expectativas anteriores no le brindan salidas importantes, al menos eso es lo que ella concluye, ya que lo que busca a lo largo de su escapada es una realidad distorsionada repleta de pensamientos bucólicos que, al final acaban en una muerte absolutamente cruda, pero también romántica y por qué no, evocadora de un «pasar a mejor vida».En 1985 Varda ganaría el León de oro del Festival de Venecia a la mejor película ,y un año más tarde, el Cesar para su actriz principal, la también gala Sandrine Bonnaire pasando a ser uno de sus trabajos más reconocidos a nivel internacional.
La música sólo suena cuando Mona camina sola, vista a través de travellings con desplazamiento de derecha a izquierda -lectura inversa como mirada hacia el pasado-. Así, la película se presenta como una sucesión de hechos consumados, sin explicaciones, sin saber las causas que empujan a la itinerante protagonista finalmente a encontrar la muerte en una zanja. ¿Qué es la existencia sino una sucesión de encuentros y desencuentros que se pueden determinar reconstruyendo aquello vivido? A veces, quienes nos tratamos de adaptados, no somos capaces de comprender el porqué de ciertos comportamientos ajenos, pues consideramos estar sujetos a lo que el Sistema dispone. En el caso de Mona, sus expectativas anteriores no le brindan salidas importantes, al menos eso es lo que ella concluye, ya que lo que busca a lo largo de su escapada es una realidad distorsionada repleta de pensamientos bucólicos que, al final acaban en una muerte absolutamente cruda, pero también romántica y por qué no, evocadora de un «pasar a mejor vida».En 1985 Varda ganaría el León de oro del Festival de Venecia a la mejor película ,y un año más tarde, el Cesar para su actriz principal, la también gala Sandrine Bonnaire pasando a ser uno de sus trabajos más reconocidos a nivel internacional.