Vargas losa.

Publicado el 23 marzo 2018 por Torrens

Si, ya sé que el nombre correcto es Vargas Llosa pero como que se está convirtiendo en un peso insoportable contra Catalunya, lo califico como losa.

Hace unos días se presentó su último libro “La llamada de la tribu”, donde Vargas Llosa hace una defensa del liberalismo salvaje, ajustándose a su conocido estilo: los que no le dan la razón no saben de qué hablan.

Alberto Ribera fue invitado a la presentación del libro, lo que fue ocasión para que ambos insistieran a fondo en dos de sus temas favoritos. Primero ellos mismos, cruzándose inmensas alabanzas entre escritor y político, y segundo dando rienda suelta a su enorme catalanofobia.

La catalanofobia de Alberto Ribera tiene justificación porque le da millones de votos. Mientras su partido estaba limitado a Catalunya no dio ni una sola pista de su catalanofobia, pero desde que el ámbito de su partido se ha extendido a toda España no hay día que no dé muestras de que si algún día llega a Presidente del gobierno hay solo alguna limitada probabilidad de que no solucione el problema catalán mandando al ejercito ocupar Catalunya. Sin duda un tipo tan listo como Rivera tenía que darse cuenta a la fuerza y a toda velocidad de que la catalanofobia es en España una fuente inagotable de votos.

La catalanofobia de Vargas Llosa es más difícil de entender porque fue precisamente en Barcelona y con editoriales y agentes literarios catalanes que se consagro como uno de los grandes de la literatura mundial, pero tengo mi opinión al respecto que creo que no debe andar muy equivocada.

Vargas Llosa es sumamente prepotente y no pierde ocasión de estar en el centro de la atención mediática aunque sea soltando afirmaciones estentóreas claramente provocadoras que el escritor suelta desde su dominante superioridad.

Aparte ser el único Nobel asiduo de las revistas del corazón por su relación con la señora Preysler sus dos comentarios provocativos más recientes han sido afirmar que “el más resuelto enemigo de la literatura es el feminismo”, coincidiendo con las manifestaciones feministas en todo el mundo y afirmar, como hizo pocos días atrás, que si en México más de 100 periodistas han sido asesinados en la última década es el precio a pagar por la libertad de información.

Hace 4 ó 5 años leí en The Economist un artículo sobre un dramaturgo británico, del que no recuerdo el nombre, que ganó un premio BAFTA (premios del cine y la TV británicos) y al día siguiente de la fecha en que recogió el premio empezó a atacar, criticar y despotricar de algunas de las personas e instituciones que habían contribuido a que alcanzase el éxito. El autor del artículo explicaba que aunque afortunadamente no es muy frecuente, en ocasiones esta reacción se da entre los receptores de grandes premios en el terreno de las artes, y describía a los actores en los pocos ejemplos de los mismos tipos de reacción como prepotentes, arrogantes y con frecuentes actuaciones insólitas en los medios de comunicación. Al leer el artículo enseguida pensé en Vargas Llosa sobre todo porque el autor del artículo definía como objetivo de aquel tipo de reacción el convencimiento del premiado que habría conseguido lo mismo o incluso mejor o antes sin la ayuda de los que creen que lo encumbraron y en consecuencia reducen en mucho la lista de los que les ayudaron a la hora de reconocer su apoyo, reconocimiento que limitan a uno o dos y en relación con el resto no solo niegan el apoyo sino que atacan con saña a quien se lo prestó. Si esto no explica la actual postura de Vargas Llosa en relación con Catalunya, es que no existe explicación alguna.

Justo cuando iba a colgar esta nota del blog me entero de que el juez Llarena del Tribunal Supremo ha cometido la inmensa barbaridad de aumentar el número de presos políticos de cuatro a nueve añadiendo los cinco que había convocado hoy. Por más que me esfuerce no puedo entender que en aras de la catalanofobia en el resto de España le preocupe a muy pocos que por acabar con el independentismo catalán se restablezcan varios de los métodos judiciales y políticos del franquismo, y que encima cuando algunos dejan de votar por el partido más corrupto de Europa lo hacen para pasar su voto a otro partido igual o peor que continuará la corrupción política y judicial del país.