Espero que después de leer esto algunos entiendan que no soy yo quien lesiona ni busca lesionar el prestigio de un club que tanto significa en la historia del fútbol argentino como Huracán, ni mucho menos justificar el pésimo arbitraje de Gabriel Brazenas en el partido decisivo del campeonato. Pero no por haber disfrutado con el fútbol del Globo como lo hice voy a callarme ahora que su dirigencia intenta violar las reglamentaciones o acomodarlas a sus intereses basándose en argumentos que no demuestran realmente la existencia de irregularidades que alegan, léase un soborno a Brazenas -que por otra parte debieran denunciar directamente si consideran que lo hubo- o una mala inclusión de Fabián Cubero por el artículo 225.
Es esa presentación que la dirigencia de Huracán hace luego de admitir que ya no había vuelta atrás posible lo que realmente daña la imagen del club, estigmatizándolo como mal perdedor e irrespetuoso de las leyes y haciéndolo perder nuevamente en la comparación con el modo de manejarse de clubes como Lanús y Vélez. Y es eso también lo que da el pie para recordar como lo hice en Perfil.com aquella definición del descenso del campeonato de 1949 que, por otra parte, me pareció bueno rescatar de un modo en que pocas veces fue contada por un periodismo demasiado cómodo o soberbio por lo general para ir en busca de las verdaderas fuentes, como lo hice consultando por ejemplo esto:
Ya sé que algunos seguirán pensando que detrás de mi nota hay segundas intenciones. Desgraciadamente, vivimos en un país donde es casi imposible el debate de ideas o datos concretos, afectos como somos a descalificar al supuesto "rival" o a "saltar"ante cualquier crítica antes de ver realmente qué dice el otro y contestarle con argumentos serios. Pero no todos somos fanáticos, muchachos. Y aunque les sea imposible creerlo, repito, el "otro" puede ser capaz también de escribir esto y esto. Una lástima que no lo entiendan.