William Beckford. Vathek y sus episodios. Prefacio de Stéphane Mallarmé.Edición, introducción y notas de Mauro Armiño.Valdemar. Madrid, 2015.
Una traducción al español de los Episodios de Vathek, de William Beckford (1760-1844) inauguró la colección Gótica de Valdemar y ahora, a punto de llegar al número 100, se edita en versión íntegra Vathek y sus episodios con una nueva traducción de Mauro Armiño, que recorre en su introducción la compleja historia editorial y textual de este “cuento árabe sacado de un manuscrito inédito” –el viejo procedimiento del manuscrito ajeno- que Beckford escribió en francés tal vez bajo la sugestión de la versión francesa de Las Mil y una noches de Galland.
Escandaloso y extravagante precursor de Byron, Beckford tenía 21 años cuando escribió, en tres días y dos noches de enero de 1782, este texto “bajo la influencia –explica Mauro Armiño- del recuerdo de la fiesta-orgía celebrada en el castillo familiar de Fonthill durante las vacaciones de Navidad de 1781.”
Acogido a dos tendencias muy significativas de la segunda mitad del siglo XVIII: el orientalismo y el horror gótico que anticipan ya el irracionalismo romántico y su tendencia al escapismo, Beckford demostró en Vathek y sus episodios una potente capacidad descriptiva, a la que se refería Mallarmé cuando en el Prefacio de 1876 que reproduce esta edición hablaba de la prosa de Beckford, en la que “todo fluye de manantial, con una limpidez viva, con una ondulación amplia de periodos.”
Esa fuerza plástica se despliega especialmente en el episodio de bajada a los infiernos que se produce en el Palacio Subterráneo del Fuego, el reino demoníaco de Eblis.
Probablemente pensaba en esas páginas Borges cuando en Otras inquisiciones escribió estas líneas en las que reconoce en el Vathek de Beckford el primer arquetipo, el prototipo, del terror gótico prerromántico:
“Hay un intraducible epíteto inglés, el epíteto uncanny, para denotar el horror sobrenatural; ese epiteto (unheimlich en alemán) es aplicable a ciertas páginas de Vathek; que yo recuerde, a ningún otro libro anterior.”
Santos Domínguez