Vaya enigmas

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Si las flores caen fuera del cuadrado fijo que me despiden

¿Por qué disimulamos cuando nos trancan tocando dos veces la mirilla de la puerta antes de meter la llave por la cerradura? ¿Por qué? ¿por qué hacemos esas cosas raras, manías, tics, hábitos, repeticiones, estupideces carajo? Por la mala suerte fijo que no es, porque llevo media existencia dándole juego a esas repeticiones y aún no me he sacado ni el reintegro ni nada. De otras cosas que pueden estar relacionadas con la suerte mejor ni voy a hablar.

Tuve un jefe que iba por la calle tocando de manera matemática (sólo lo hacía de tres en tres) toda suerte de tornillos que se encontraba en los escaparates, en las farolas… pisaba sólo en los vértices de las alcantarillas y mientras estábamos reunidos tocaba -en estricto orden- el gusanillo del cuaderno, la punta y el culo del bolígrafo, su mentón y esa arruguita que queda debajo justo de la nariz, entre las dos fosas. Nunca supe para qué demonios lo hacía.

En miles de ocasiones me he preguntado si alguien se ha dado cuenta de que pulso la palanca de cambios de mi coche como si fuera el joystick (no tengo ni idea si se escribe así) de un helicóptero de guerra, en el momento de cargarme al paleto de turno que no se quita (desarrima mismamente dicho) de delante.

Pero, ¿qué nos lleva a generar esa realidad paralela de cosas que suceden obedeciendo a repeticiones estúpidas; a sumar los números de las matrículas de los coches que nos vamos encontrando y si dan como resultado 5 pensar que nos van a invitar a comer o algo parecido?

Me intriga esa duda sobremanera. Y me pregunto además, ¿qué coño estarán haciendo tipos (simplones) como yo cuando se están fijando tanto en otros tipos que hacen esto continuamente? Vaya enigmas.