vaya par de gemelas

Publicado el 19 junio 2012 por Enriquestenreiro @soyconfeso
Que Olivia de Havilland y Bette Davis no contaban con muchos amigos dentro de Hollywood, no es ninguna primicia. Pero, contra todo pronóstico, ambas forjaron una amistad fraternal que perduró hasta el fallecimiento de Davis. Aquí podemos ver cómo Olivia sorprende a La Loba en un programa de televisión. Creo que el encuentro transmite cariño y admiración mutuos. Ambas,  de las mejores intérpretes que ha dado Hollywood, trabajaron juntas en tres películas: La vida privada de Elizabeth y Essex (Michael Curtiz, 1939), Canción de cuna para un cadáver (Robert Aldrich, 1964) y  Como ella sola (John Huston, 1942). En las tres, exisitía algún vínculo entre ellas: doncella/reina, primas y hermanas, respectivamente. 
Como ella sola (cuyo título original es In This Our Life), es un film que siempre desagradó a Davis ("La peor película de la historia del mundo", llegó a decir) quizás porque, como muchos sostienen, en él sobreactúa. Abro un paréntesis ( Sobre esta cuestión se ha debatido bastante a la hora de buscar al culpable de la supuesta extralimitación interpretativa. Pero, el propio Huston parece autoinculparse en su autobiografía: "Bette me fascinaba. En ella hay algo elemental: un demonio interior que amenaza con salir y comerse a todo el mundo, empezando por las orejas. El estudio le tenía miedo a Bette, a su demonio. Para ellos era sobreactuación. Yo di rienda suelta al demonio, a pesar de sus protestas"). Yo confieso: no aprecio esta sobreactuación, sólo una egomanía que define a Stanley, el personaje de Davis. 
La trama básica es sencilla: dos hermanas (una buena, otra desquiciada) y un hombre de por medio. La trama "social": Stanley atropella a una niña y se da a la fuga, acusando de la muerte a un negro (drama racial servido). Pero, Davis, Havilland, Charles Coburn (habitando al tío verde, demasiado cariñoso) y John Huston, son excusa más que suficiente para visionarla. 
Al dar vida a personajes totalmente antagonistas, Havilland y Davis se contrapuntean a la perfección, brindando interpretaciones notables. Incluso, los momentos más delirantes de Davis son creibles (ya quisiera Drama Turner desquiciarse en un coche con la misma gracia que Davis, ejem!), así como los más píos de Havilland  que, en ocasiones, retoma esa bondad tan Melita Hamilton.

Que Olivia y Bette fueran hermanas en la pantalla, debió resultar una suerte de shock para los fans de la época. ¡Para mí lo sería, desde luego! Pero, que ambas interpretaran a sus propias hermanas gemelas ya es el delirio para el fan fatal.
A Stolen Life (Una vida robada, 1946), de Curtis Bernhardt, nos permite contemplar escenas perturbadoras. ¿Acaso no es inquietante ver cómo Bette Davis hunde a Bette Davis? El argumento no es gran cosa: dos hermanas gemelas rivalizan por el amor de Glenn Ford. (Bueno, en realidad, una se lo levanta a la otra). Nuevamente, dos personajes antagónicos y, claro está, suplantaciones de identidad típicas de las relaciones gemelares. Pero, lo verdaderamente interesante de este film, es observar con detemimiento cómo Bette Davis modula la voz o trabaja su lenguaje corporal para marcar la diferencia entre hermanas. Dignas de alabanza también son las escenas en las que ambas Bette Davis ¡en el mismo plano! conversan o, directamente, se odian, y que, para la época, están perfectamente conseguidas. Si bien es cierto que al espectador más aguililla no se le escapará la presencia de una doble, en general, la multiplicación de Davis es más que notable técnicamente.

Curiosamente, del mismo año es The Dark Mirror (A través del espejo, 1946), de Robert Siodmark, esta vez con una doble Olivia de Havilland como protagonista. Aquí nos acercamos más a un ejercicio de thriller con toques de noir, con una de las hermanas padeciendo serios problemas mentales. Pero, ¿cuál de las dos es? El punto de partida es un asesinato y todos los indicios apuntan a las gemelas como culpables o, al menos, a una de ellas. Un psicoanalista atraido por el caso tendrá que descifrar el dilema. En la película tenemos dos tendencias imperantes en la época: los hermanos gemelos y los dramas psicoanalíticos. En cualquier caso, y al igual que su amiguísima Bette, Olivia brida una interpretación repleta de matices (muchos más que los de Davis, teniendo en cuenta que una de las hermanas sufre un desequilibrio psíquico) que demuestra, una vez más, que nos hallamos ante una de las actrices con mayor número de registros de la historia del cine.

¿Acaso pensabais que todo iba a ser Tú a Boston y yo a California? No, queridos confesos, a veces, un hermano gemelo, es una tragedia.