Foto: Comunidad de Madrid
NO CREO QUE la polémica sea tan “absurda” como sostiene la presidenta madrileña. Ella misma ha vuelto a reavivar el debate y ahora no debería sorprenderse por la controversia que ha levantado.Se da la circunstancia, además, de que en esto de andar pegada al asfalto, Cristina Cifuentes es “reincidente”. El año pasado ya hizo lo propio con la diferencia entonces de que no dudó en compararse con otros dirigentes políticos de signo contrario. O sea, que llueve sobre mojado.“Pedro Sánchez está de vacaciones y se está dedicando a tomar el sol, bloqueando la posibilidad de que España tenga un Gobierno”, dijo en agosto del año pasado antes de los actos litúrgicos en honor de la Virgen de la Paloma. En alguna otra ocasión también llegó a echarle en cara a Manuela Carmena que se fuera de vacaciones.Si ella, "de manera libre y voluntaria", decide que renuncia a ese derecho, no debería decirlo. Más que nada para no dar la impresión de que está presumiendo o tratando de compararse con el resto. Y si lo dice, que apechugue con las consecuencias. Cifuentes, además, que tiene “la malísima costumbre de no dormir más de cuatro horas al día” o de “comer un triste bocadillo” en el despacho”, debería hacérselo mirar. No es usted a la única a la que le gusta su trabajo y a la que le gusta Madrid. No es esa la cuestión. Las vacaciones son necesarias. Por salud laboral y por conciliación de la vida laboral y familiar. Y son un derecho que costó mucho conseguir. Se ponga como se ponga la presidenta madrileña.