La grandeza de un plantel de verdad es que cualquier jugador se vacíe en la pista independientemente de los minutos que contabilice en la pista y siempre con los intereses del grupo como meta. “No hay equipo más duro que nosotros. ¡Ninguno!”, dijo, casi sin voz, Pete Mickeal (17 puntos y nueve rebotes), uno de los grandes artífices de que el Palau pareciese un pabellón el día de un concierto de rock y en el que el grupo toca su tema más eterno. Perdido en el cuarto partido, el único con una diferencia importante de una final decidida por milímetros, agredió a Velickovic. Tras aquel hecho, después de una acción tan deplorable, por más que Suárez le hubiese provocado, Mickeal se centró en jugar a baloncesto y fue igual de decisivo para forzar el quinto en Madrid como para coronar en casa al Barça con su 17ª Liga ACB, la tercera en cuatro años, todas con Xavi Pascual. Todas con Fran Vázquez, espectacular con 16 puntos y ocho rebotes el día decisivo, supliendo a Ndong –exponente del compromiso, pues quiso jugar incluso cojo– y hizo de Lorbek, que no apareció hasta el último cuarto, donde no se escondió para medio sentenciar y redondear su MVP de la final. El Madrid sobrevivió con tres triples sin fallo en el último minuto y pudo forzar la prórroga, pero Mickeal se hizo con el rebote tras el tiro libre errado a propósito por Sergio Rodríguez y los árbitros señalaron que un jugador madridista había entrada en la zona antes de lanzar: balón y título para el Barça, que cerró el partido con dos tiros libres de un Wallace muy emocionado (73-69). Comprometido con el equipo como hacía tiempo que no lo estaba, el Palau respondió a la cita y funcionó como un jugador más. Saboreó otra victoria global de Pascual, hundido por el varapalo del tercer partido, cuando su equipo perdió por 26 puntos, pero que supo reaccionar para corregir aspectos del juego y ampliar sus recursos, como ir introduciendo zonas. Una opción en la que no se prodiga. El técnico azulgrana supo sacar lo mejor de sus jugadores para forzar el quinto partido. Lo hizo Wallace, brillante en Madrid y competitivo, por su gran esfuerzo en el Palau, donde capturó hasta cinco rebotes ofensivos. Una contribución capital para que el Madrid no pudiese imponer su juego y durante gran parte del partido no pudiese correr. Si a eso se le añade que no estaba acertado en las segundas ni tan siquiera en las terceras opción el resultado no podía ser otro que sufrimiento. “Nadie sabe lo que hemos sufrido, tenemos mucho mérito”, sacó pecho Pascual, que confesó que esta mañana a Lorbek le había dado una lipotimia y recalcó que durante el curso el equipo no ha parado de tener jugadores lesionados o mermados físicamente. Muy entero estuvo Ingles para que no se notase la ausencia obligada de Navarro, reservado en el banquillo por cargarse con dos personales en el primer minuto y medio. Ingles estuvo excelente sobre todo en el segundo cuarto, para dar el primer gran empujón a su equipo. Un golpe sobre la mesa que el Madrid, fresco con Sergio Rodríguez y Carroll, supo replicar con un parcial de 2-14. Ahí surgió como un gigante Vázquez, un jugador discontinuo que acumulaba sólo 16 puntos en toda la final y que se fue al descanso (39-34) con 12 en su haber. Los azulgrana no perdieron ni un ápice de hambre y entre Vázquez y Vázquez volvieron a dar otro achuchón al Madrid, que tenía claro que no podía dejar tirar a Navarro. Sada estaba en todas las partes y se soltaba en ataque –es un jugador que no tiene precio– y el Barça capturaría hasta 13 rebotes en un tercer cuarto brillante (56-47).Llull y Sergio Rodríguez rescataron al Madrid, entero pase lo que pase, y que rozó la prórroga. Pero el Barça se acabó llevando su 17ª Liga ACB para impedir que los blancos se llevasen otro doblete 19 años después y vengándose de la final de la Copa del Rey perdida en el Sant Jordi.