Tras 19 días de travesía marítima.
A finales de noviembre, en el Havre, Francia, los pilotos tenían una importante cita señalada en su calendario a la que muchos llegaban con la lengua fuera: embarcar sus vehículos. Desde este día, marcado para muchos por la precipitación, las motos, quads, coches y camiones han vivido una suerte mucho más tranquila en alta mar gracias a la destreza de la tripulación del Grande Roma y de dos compañeros del Dakar, Luc y Simon, convertidos en marinos improvisados para la ocasión. El mar, calmo como una balsa, ha permitido que se respetara de principio a fin la hoja de ruta prevista: de esta forma, el carguero llegaba al puerto de Campana, a 80 km de Buenos Aires, la madrugada del domingo al lunes. Acto seguido, las operaciones de desembarque mantenían ocupados a una treintena de estibadores, que han trabajado codo con codo con 23 integrantes de los equipos del rally en una larguísima jornada de pequeñas reparaciones y todo un rompecabezas de aparcamiento. Jean-Marc, encargado de supervisar las operaciones en el muelle, relata los contratiempos vividos durante la jornada: “Tras tres semanas de travesía marítima, algunos vehículos se quedan sin batería o llegan con los neumáticos desinflados. Este año, estos han sido los problemas más comunes y el principal obstáculo al desembarque de los vehículos. Pese a mostrarnos muy activos, lo cierto es que la operación nos ha llevado más tiempo de lo habitual. Además de los vehículos de competición, había camiones y coches de asistencia, de la organización y de prensa, lo cual implica que en total teníamos que desembarcar 700 vehículos. ¡Al final, hemos cerrado el parque de estacionamiento a las 3.00 h de la madrugada!” Durante una semana, los vehículos serán vigilados de forma permanente por los servicios de seguridad del puerto, así como tres miembros de la organización del Dakar. Los pilotos, por su parte, están llamados a filas a partir del próximo 31 de diciembre.