En el mundo del papel algunos modelos son poéticos por naturaleza. No me refiero a la gracia de sus pliegues, ni siquiera a la belleza del resultado final de la interpretación o de la composición. Algunos modelos son poéticos por si mismos, porque guardan en sí una profunda carga simbólica. En el origami asiático la grulla es uno de estos modelos. En el origami occidental el mejor ejemplo es aquel viejo barco de papel.
Para algunos es incluso la única figura que conocen, para casi todos es aquella figura que aprendimos en la infancia. Flotas enteras de barcos recorrían nuestros juegos de niños, a veces en profundas y poderosas guerras, a veces como cargueros de palabras, y otras más como simples navegantes de recuerdos ya hoy lejanos.