Como ya lo hiciera hace unas semanas en Quito, ante la Liga Deportiva Universitaria, Vélez resolvió su serie ante Libertad llevándose una gran victoria de Asunción (4-2), sobreponiéndose a un comienzo turbulento, manejando con criterio e inteligencia el tramite del encuentro y exhibiendo la contundencia y brillantez que lo definen como equipo.
La necesidad de convertir al menos tres goles para mantener vivas sus esperanzas de clasificación, hicieron del cuadro conducido por Gregorio Pérez un equipo entusiasta en el inicio, que presionó en campo contrario a Vélez y obligó a Barovero a intervenir en varias ocasiones, primero para repeler un cabezazo a corta distancia de Cáceres y posteriormente para descolgar varios centros que traían consigo cierto peligro.
Fueron solo diez los minutos de acoso, los que tardó el conjunto de Ricardo Gareca en equilibrar las acciones y adueñarse del balón, para luego ir progresivamente ejerciendo una clara supremacía sobre su rival, sustentado más en el control del balón que en situaciones reales de peligro –las dos más claras las desperdició Silva, de vuelta a los campos de juego, a los 10 y a los 35-.
Dado el trámite del juego, fue absolutamente inesperado el gol anotado a los 44 minutos por Rodrigo Rojas, de definición precisa ingresando al área. Parecía ser este un golpe a la moral de Vélez, que sin embargo no tardaría en reaccionar e igualaría un minuto después por intermedio de Maxi Móralez, asistido magistralmente por Zapata.
Obligado a convertir cuatro goles, Libertad vio muy reducidas sus opciones de clasificación al inicio de la segunda mitad. Manuel Maciel marcó a los 50, aprovechando una serie de rebotes posteriores a un tiro libre ejecutado desde la izquierda, pero su tanto terminó sirviendo de poco.
El equilibrio que pareció perder fugazmente, Vélez lo recuperó pasados los quince minutos. Importantes en el corte y la distribución, Zapata y Razzotti tomaron nuevamente el control del centro del campo y en consecuencia tanto Móralez como Augusto Fernández y Ricky Alvarez pudieron hacer circular correctamente el balón, trazando muy buenas acciones y alcanzando contundencia y brillantez en la ejecución, como bien lo evidenció el gol marcado por Móralez tras previa pared con Papa, quien de taco terminó dejándolo de cara al gol.
El ultimo cuarto de hora encontró a Vélez, ya sin Móralez en cancha y con David Ramírez –minutos antes del empate Guillermo Franco había reemplazado a Silva- ratificando su gran momento y anotando dos goles más, el de Franco (de penal) para pasar a ganar, a los 86, y el de Augusto Fernández para redondear otra extraordinaria actuación, a los 88.
Sobrio, brillante y contundente, el equipo conducido por Ricardo Gareca, único representante argentino en esta instancia, volvió a demostrar una vez más porque hoy por hoy es el gran candidato a alzarse, tras diecisiete años, con el trofeo más importante a nivel continental.
Menos confortable aunque igual de placentero fue el acceso de Santos, que en el estadio Pacaembu no pudo doblegar al Once Caldas (1-1) pero que de igual manera logró su pasaje a las semifinales tras la victoria por la mínima obtenida en Manizales.
Pronto quedaron expuestas las licencias defensivas otorgadas por el conjunto de Juan Carlos Osorio y quien no tardó en aprovecharlas fue Neymar. De apariciones esporádicas pero siempre trascendentes, el crack de 19 años marcó rápidas diferencias y tras recibir de Danilo anotó a los 11 minutos el primer tanto del encuentro.
Estructurado y dependiente casi en su totalidad de lo que en ofensiva pueda producir quien sin lugar a dudas es su mejor jugador, Santos pareció conformarse con la ventaja obtenida, lo cual lo condujo a realizar lo justo y necesario para conservarla.
También fue poco lo hecho por el cuadro colombiano, obligado ya no a marcar un gol sino dos. Tímido y falto de atrevimiento, tuvo poco el balón y no se acercó al arco defendido por Rafael hasta pasados los 28 minutos, cuando anotó el gol sin siquiera haberlo buscado con el empeño que requería la situación.
Aprovechando las desinteligencias en las marcas del Santos, Wason Renteria fue quien marcó y llenó de esperanzas a su equipo, animado tras la igualdad y consciente de que sus posibilidades habían crecido.
Fue por esto ultimo que quizás el Santos, iniciado el complemento se expresó en plenitud y en los primeros diez minutos acumuló no menos de cuatro situaciones muy claras para convertir, dos de ellas desperdiciadas por Zé Eduardo, de desafortunada noche. Tampoco pudieron Elano y Neymar.
Fue entonces el Once, con determinación pero sin claridad, anclado en el tesón de Diego Amaya, las escaladas de Carlos Carbonero y la voluntad inquebrantable de Dayro Moreno, a buscar el gol que le diera la clasificación, sin embargo fue poco y nada lo que pudo hacer.
Visiblemente nervioso, Santos logró pasar el trance sobreponiéndose incluso al penal errado por Neymar a falta de cuatro minutos para la conclusión, el cual de haber sido convertido hubiera posibilitado un final menos traumático.
Hoy, Universidad Católica intentará remontar la ventaja de dos goles obtenida por Peñarol en Montevideo y Cerro Porteño buscará hacer valer el tanto conseguido en México cuando reciba a Jaguares de Chiapas.