Gelsenkirchen es un punto neurálgico de Alemania. La ciudad de «los mil fuegos» como así era llamada por su prominente industria carbonera a principios del siglo XX se encuentra enclavada en medio de todo. En plena Renania del norte, sus 274.000 habitantes pueden disfrutar de tener a 8 kilómetros Bochum, a 11 Essen, 26 Dortmund y a 38 Düsseldorf. Incluso, Holanda, Bélgica y Francia no quedan a más de 100 kilómetros por carretera.
Pues en esa ciudad, se ubica uno de los estadios más modernos del mundo, el Veltins Arena, la casa del Schalke 04. Un recinto de 60.000 personas que cuenta con todos los lujos habidos y por haber. No sólo por contar con una espectacular vidriera que recubre su exterior, con un techo retráctil y un marcador que nos recuerda a esos bellos pabellones NBA, sino también por tener un dispositivo que permite mover el césped cuando se desea al exterior o esconderlo en su interior.
El Veltins Arena, uno de los mejores estadios del mundo
Construido en el año 2001, este estadio que fue sede de la final de la Champions del 2003 que el Oporto ganó al Mónaco por 3-0 y que vio albergar seis partidos de la fase final del Mundial 2006 es una de las obras deportivas más preciadas no sólo de Alemania, sino de todo el mundo. En él se tienen todo tipo de comodidades, porque entre otras cosas, está pensado por y para el espectador. Tiene 35 palcos VIP, 15 restaurantes, más de 30 cafeterías y un gigante tubo de cerveza de más de 5 kilómetros que permite llevar la bebida por toda el estadio y consumir hasta 52.000 litros de cerveza por partido (por algo la marca cervezera Veltins es la patrocinadora del estadio).
La polivalencia y multifuncionalidad del estadio le permite no sólo resguardarse de los fríos inviernos germanos, sino también acoger eventos indoor como campeonatos mundiales de pesos pesados o competiciones automovílisticas. Claro que entre todos los deportes, es el fútbol el que predomina.
Porque en los años de historia, el Veltins Arena ha visto cosas increíbles. Ha visto a su equipo ser subcampeón de la Bundesliga, luchar por ganar la UEFA o incluso llegar a semifinales de la Champions de la mano de un español que en dos años influyó más que ningún otro extranjero, Raúl González.
El estadio 6 estrellas
Considerado estadio 4 estrellas por parte de la UEFA, en su momento, el por entonces presidente de la FIFA, Blatter, dijo incluso de él que era un recinto 6 estrellas. Quizás, porque sabía que contaba hasta con una capilla donde los más fanáticos pueden casarse, bautizar a sus hijos o simplemente ir a rezar por su equipo. Desde 2001, millones de personas lo han visto por dentro. Es lo que tiene, ser uno de los mejores estadios del mundo.