Sin caer en un exceso de argentinismo (ni en un exceso de psicologismo nacionalista), luego de probar el helado de Venchi tuve la extraña sensación de querer estar en Buenos Aires en cualquier local de Freddo. Si bien se sabe que cuando se viaja uno debe abrirse a otras formas gastronómicas (y con la gastronomía italiana yo me llevo muy bien) cuando de gelatto se trata no sucede lo mismo. Si andan por Milán y quieren vivir la experiencia de probar un gelatto de diseño, muy refinado y en uno de los locales más exóticos del centro de la ciudad, no se lo pierdan. Ahora si quieren comer un buen helado, similar al que estamos acostumbrados, les aconsejo que apaciguen el calor con una limonatta y se reserven el gelatto para la vuelta.
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