Venciendo a la fiebre.

Por Negrevernis
Niña Pequeña ha estado enferma esta semana. Oído. Garganta. Estómago. Rodillas, muñecas, tobillos. Todo parecía atacado. Y con la única compañía de la leve toalla amarilla como compañera, ella, la toalla, yo, a lo largo de las madrugadas. Una toalla amarilla, suave, quizá de algodón, recuerdo involuntario de mi visita a un centro de salud en Guatemala; toalla húmeda y fresca para intentar vencer a la fiebre noche tras noche. Toalla casi imprescindible cuando, termómetro en ristre, los números volaban vertiginosos: 36, 37, 38, 39.