Kalashnikov, con un idem en las manos.
Dicen que el comercio une a los pueblos y pensamos de inmediato en los fenicios a bordo de sus barcos, empeñados en la venta al por mayor y al por menor. Vemos sus velas acercarse a las costas de Cádiz (anda que no eran listos) y bajarse para poner el nombre de Gades a la ciudad. Venían del Líbano, escenario mucho después de sangrientas guerras intestinas y de las otras, iniciadas en los 70 y acabadas sólo a medias en los 90. Los fenicios buscaban metales y salazones. Llamaron a España Isephanim, que suena muy bien, por lo exótico, pero significa costa de los conejos, que ya suena regular. Venían de las ciudades de Sidón, Biblos o Tiro, que son conocidas por las historias que nos relata la Biblia. El Antiguo Testamento recuerda, por ejemplo, que las relaciones entre Sidón e Israel eran muy cordiales, una amistad que se rompió tiempo después. A los hechos me remito.
La industria española de las armas vendió en la primera mitad de este año 1.821 millones de euros a muchos países. Cuenta El País que la cifra supera en mucho a la de 2012, así que estamos más unidos que nunca al resto del mundo. La venta de armas es un buen negocio porque a la gente le da por matarse y, si no es el caso, se les anima. Es un signo más de la luz al final del túnel. Lástima que la bonanza económica transite por estos caminos. Lo llaman industria de defensa, que queda más propio y suaviza las conciencias. Vendemos al Reino Unido, que es venta seria, a los Emiratos Árabes Unidos, que es venta exótica, y a Arabia Saudí, que es venta fraternal porque las monarquías de Juan Carlos y Abdallah son casi hermanas. En el Golfo se vende bien, porque también han comprado Barheim y Omán.
En la estadística de venta de armas también entran barcos y aviones, así que no hay mucha fidelidad entre los clientes porque cada pedido supone una cantidad muy alta. En 2012, los mejores compradores fueron Australia y Venezuela, que adquirió un patrullero naval de vigilancia. La venta de armas está regulada desde primeros del año pasado por un tratado de la ONU que debe ser entretenido de leer (me lo apunto) aunque es cierto que cuando lo firmó Estados Unidos (que es el primer fabricante mundial) las organizaciones humanitarias lo celebraron. España también suscribió este acuerdo, conciencia limpia y a otra cosa.
Los fenicios inventaron el alfabeto y la dama de Elche, fundaron Málaga e Ibiza, además de Cádiz. Pompino Mela, que nació en Algeciras, en el siglo I, dijo de ellos que eran una raza de hombres hábiles, dotados para los oficios de la guerra y de la paz. Aunque podríamos citar al recientemente fallecido Mikhail Kalashnikov, vamos a recurrir a Voltaire, un tipo que murió millonario, para poner orden en estas ideas con una de sus frases más célebres: “Está prohibido matar, por lo que todos los asesinos son castigados, a menos que maten en grandes cantidades y al sonido de las trompetas”.