Vender enoturismo en tiempos difíciles

Por Orlando

Desde que asistimos al VI Congreso de Enoturismo el pasado mes de noviembre, tenía previsto escribir esta visión personal sobre el tema. En un principio pensaba que sólo versaría sobre las conclusiones que sacamos del congreso, pero con el paso del tiempo, lo que he leído y en vista de la situación, voy a ir un poco más allá e intentaré hablar, primero, de realidades y, después, de pistas para lo que tiene que venir, de manera general y sencilla, para todos los públicos:

  •  El turismo es uno de los sectores económicos que mejor está capeando la crisis y somos (o debemos ser) una potencia mundial. Somos un “destino turístico”, tanto para los de dentro como para los de fuera, tanto en la costa como de el interior, tanto en las ciudades como en el campo.
  • El turista está cambiando muy deprisa. El lowcost, la “socialización” de Internet y las nuevas tecnologías han ampliado el abanico de perfiles de los turistas y han cambiado su forma de comprar turismo. Hay turistas de todas las edades, de todas los niveles adquisitivos y con todo tipo de inquietudes y perfiles.
  • El tiempo de ocio se descentraliza del verano, la Semana Santa, las Navidades y los puentes. Sigue habiendo estacionalidad, está claro, pero el turista, cada vez más, huye de las masificaciones y de las fechas “señaladas” para viajar. Además, los encuentros de negocios huyen cada vez más de las ciudades y buscan el interior.
  • Los hábitos del consumo de turismo han cambiado con la crisis. El viajero quiere precios más bajos, soluciones a su medida, y sobre todo, no sentirte estafado o defraudado cuando, no sin esfuerzo, consigue escaparse por unos días de los problemas que a todas horas nos presentan en los telediarios y las portadas de los periódicos.

A la vista de estos datos, para mi (insisto, un enoturista ocasional), las claves de futuro para bodegas, hoteles, restaurantes y otros destinos de vino, son las siguientes:

  •  Pensar en el enoturista en términos de calidad. El marketing turístico es la herramienta y la “excelencia” es la clave.
  • Hay que diseñar programas que busquen la satisfacción todos los clientes. Esto no es nada nuevo, pero, hoy por hoy, es necesario tener en cuenta muchos más puntos de vista. Hay que prever lo que buscan los grupos, los “mochileros”, las parejas jóvenes, los extranjeros, las familias con hijos… y hay que planificar y encontrar soluciones para todos.
  • Nuestra oferta no puede ser limitada. La “experiencia” del turista es la clave, por lo que hay que integrar esfuerzos con todos los actores, públicos o privados, que nos rodean para ofrecer servicios globales: agencias, guías, comercios, museos, oficinas de turismo, DO’s, rutas…
  • Internet será, en muy poco tiempo, el principal medio (y casi único) de comunicación con nuestros potenciales visitantes. Pero ya no es suficiente con estar, hay que proponer y hay que escuchar. Hay que estar en el antes, en el durante y en el después de la experiencia del turista. En resumen, hay de “socializar” nuestra presencia en la red. Hoteles y restaurantes hace mucho que emprendieron ese camino, pero a las bodegas les queda mucho por recorrer.
  • Redes sociales, portales especializados, blogs de viajeros… Esos son los “lugares” donde se va a construir nuestra reputación y donde tenemos que cuidar nuestra presencia. Las opiniones que sobre nosotros se viertan serán las que orienten a los viajeros que nos visiten. Y no olvidemos que Internet ha salido hace tiempo del ordenador, está en los móviles.
  • Todo el año es temporada alta. Cualquier fin de semana del año recibiremos visitantes y huéspedes. Y entre semana también: no olvidemos que el turismo empresarial también es turismo, y hay que pensar en los encuentros de “business” como una vía de negocio en crecimiento.
  • Ofertas de descuento y paquetes están al orden del día, pero con una premisa primordial (y con esto vuelvo al principio): un excelente servicio. Si gracias a portales de descuento, cajas de regalo o un enopack de Viajeros del Vino, consigo un precio excepcional para mi fin de semana, exigiré el mismo trato que un cliente que paga el doble que yo. Si mi experiencia es positiva, lo comentaré, recomendaré el destino y volveré, aunque sea sin descuento.

Mucho se ha escrito sobre el tema últimamente. Que si el enoturismo no existe, que si simplemente es “una variedad”, “un tipo”, o como queramos llamarlo, de una actividad económica mucho más amplia… Se han creado nombres como “turismo de experiencias”, “turismo gastronómico”, “turismo de interior o rural”, “turismo cultural”… Se han escrito múltiples informes cargados de anglicismos y tecnicismos…

No soy yo quien para valorar estos “apellidos” o términos, pero si que opino que “enoturismo” es un término por el que, en si mismo, merece la pena apostar. El motivo principal es sencillo: me ayuda, como buscador de servicios turísticos en Internet, a concretar los resultados. Si quiero hacer rafting, puenting y barranquismo en los Pirineos, buscaré “turismo de aventura en los Pirineos”. Si quiero catar vinos en Navarra, conocer su cultura y visitar alguna bodega, buscaré “enoturismo en navarra”.

Por eso creo, a modo de guía para lo que tenemos por delante, que bodegas y hoteles, vinotecas y centros de vinoterapia, restaurantes y museos, agencias y centros de información, portales y blogs… debemos apostar (todos juntos) por el enoturismo como concepto integrador, aplicando la excelencia en la calidad del servicio, potenciando y cuidando nuestra reputación on-line y pensando en el enoturista como un cliente de múltiples perfiles y que cada vez utiliza más y mejor las nuevas tecnologías para planificar sus escapadas.

Y la crisis, ya pasará.