El nuevo entorno editorial reclama fórmulas innovadoras para vender libros. Esto es así porque el sistema tradicional está muerto y ya no funciona. Las devoluciones de las librerías, que envían al editor tres de cada cuatro libros que reciben, es el síntoma más evidente de un sistema fracasado, además de injusto con los autores.
De manera que la gran pregunta entre los corrillos de editores es cómo vender más libros y sacar rentabilidad a la inversión realizada. No se confundan lectores: los libros son un arte, es cierto, pero también un negocio. Si no hay rentabilidad, se camina hacia un modelo editorial de calidad pésima o su fin. Así que todos los ejecutivos editoriales andan preocupados para lograr vender más libros, promocionarlos mejor y encontrar más lectores. Las antiguas fórmulas de prescripción de lectura (periódicos, críticos, revistas, radio, suplementos literarios, etc), ya no funcionan, y las nuevas (blogueros, youtubers, redes sociales, etc) tampoco terminan de conseguir los resultados esperados. Los "me gusta" y los comentarios en internet no se traducen en ventas equiparables ni decisiones de compra. Al menos, no tantas como sería lo deseable.
Hoy, los autores son los protagonistas principales de la promoción de sus obras. Su esfuerzo personal, asistido por las editoriales o no, es la clave para que un libro tenga visibilidad y oportunidades de vender. Pero no todos los autores son buenos vendedores ni logran consolidar esta estrategia, por lo que muchas veces buenos autores no consiguen llegar a los lectores.
En este punto, y tras escuchar a decenas de expertos, cabe destacar que no hay nuevas tecnologías que contribuyan más a las ventas de un libro que la vieja técnica del boca a oreja, cuyos resultados de ventas sí demuestran que funciona. Es la mejor manera de hacer que un libro tenga éxito en el mercado y encuentre nuevos lectores. Lo teníamos delante de las narices todo el tiempo. Es el tradicional modo de prescripción de persona a persona lo que convierte a un libro en un éxito de ventas. Cada persona es un prescriptor de libros en potencia, el verdadero influencer en otros lectores que pone en marcha el proceso de compra de un libro.