Vender tapones

Publicado el 04 febrero 2014 por Oscar @olavid25

Tapones.

Sólo con buscar fosfina en Google ya huele a tragedia. Las noticias cuentan que la familia de Alcalá de Guadaira que murió intoxicada en diciembre inhaló fosfina de unos tapones que acumulaba en casa para su venta. La actualidad se mezcla en Internet con advertencias, manuales de  detectores, relación de síntomas. Náuseas, mareos, dolor del diafragma, excitación… La fosfina y el periodismo express compiten en peligrosidad.

Ahora los titulares que echaban la culpa a la comida de contenedor en mal estado son basura inservible, no pueden ni reciclarse. Tenían razón la familia, los vecinos y hasta los servicios sociales, que ponían en duda la versión que mejor encajaba en las páginas del periódico. Da lo mismo, a fin de cuentas, ha sido la necesidad de comer la que se llevó a los tres. Un saco de tapones en la bañera, listo para venderlo al peso, deja a una adolescente huérfana en ese rincón de Sevilla.

Hoy también sabemos que vuelve a subir el paro. Enrique Caño vendía tapones porque no tenía trabajo. Era fontanero pero no ejercía, como tantos otros. La estadística ya no tiene importancia a estas alturas. Deberíamos aparcar las cifras hasta que no veamos mejoría en las personas, porque dicen que en términos desestacionalizados el desempleo ha bajado por sexto mes consecutivo. El poder se enfada en Valladolid: “Callarse todos, mareas, protestas, trenes, oposición… ¡Qué hablen los números desestacionalizados!”. No me extraña que a muchos no les dé la gana.