Descabezando al jefe.
Las empresas son como enormes cuadriláteros de boxeo, donde los guantazos dialécticos duelen tanto o mas que los reales. Se asestan puñaladas como en los callejones de barrio y el odio acaba estallando de forma insospechada cuando menos lo esperas.
En la que curra un servidor, en una delegación de multinacional, amplia esta y vasta como un pulpo, se ha escenificado el acoso y derribo del babuino jefe de la manada ¿Lo cuento?
Pues venga ya, éranse una vez el jefecillo Nº 1 (J1) y el jefecillo Nº 2 (j2), nuestros dos protagonistas. ”Predator” J1 no era un ingeniero especializado en el sector, no poseía formación específica en la materia y encima la despreciaba, ya que era de los que abominan de pitagorines, empollones y demás ralea. Y esto, lejos de ser un estorbo, lo convertía en una ventaja. Venía de una familia rica de la ciudad, muy muy rica y se había labrado una próspera carrera de comercial a base de desparpajo.
Tenía un temperamento histriónico y colérico, mas mercurial que un termómetro y capaz de grandes arrebatos de cólera, que podían hundir a los subalternos como condones desinflados. Lo compensaba, más tarde, con un despliegue de exuberancia conciliadora para con el pobre apaleado, es lo que tiene ser encantador e hijo de puta a la vez.
Y -como se dice ultimamente- era el primate alfa más destacado, cosa que demostraba seduciendo cada tanto a la tía más babeada esa temporada entre la plantilla. Sus desfogues alcanzaron tintes de culebrón cuando encumbró a uno de los ligues a un puesto de responsabilidad, defendiéndola a capa y espada ante la central. Era su reina consorte y mataría por ella, faltaría más.
Entonces y en ese día, en ese microcosmos nuestro, fue cuando asistimos al comienzo del Concubinato, la era que nos tocó vivir unos tres añitos y que ha terminado abruptamente, en el mejor estilo de las cortes homicidas de todos los tiempos. Pero no nos adelantemos, precios@s míos.
No nos adelantemos porque cambiamos de tipo. En el extremo opuesto del arco humano estaba J2, el ingeniero jefe calculador y frío. Era el alquimista conocedor de los secretos del producto, el maestro de su calidad y uno de los mejores de su promoción. Sus dominios se extendían a las cadenas de manipulación y distribución, y trataba con operarios de mandil y protecciones oculares en vez de compañeras con minifalda (sí, allí las llevan muchas, así está uno, siempre más caliente que el pico de una plancha, uuf) *
¿Pero y J2 y las mujeres? ¿Participó el Hombre de Hielo (HdH) en el desenfreno ligón desencadenado en la empresa por J1? Sí y no. En la última cena navideña y estimulado por el champán, cuando todos -incluyendo un servidor, ejem- atravesábamos la tercera fase de la borrachera (cantos regionales) se lanzó a por una ayudante de laboratorio, una veinteañera vivaracha y macizona.
Con tan mala suerte que se indispuso estomacalmente en ese momento. Fué ir al cuarto de baño y J1 -el Titán del Fornicio (TdF)- le levantó la pieza en el mejor estilo de “si te aburres, dejamos ya a estos proletas y te llevo a otro lado”. Literal y como lo cuento. Aquello dió comidilla para días y marcó un punto de inflexión. De ahora en adelante HdH mataría, con la ayuda inesperada de “arriba” y esperando lo que hiciera falta.
“Arriba”, la central, hará unos tres meses que decidió cambiar la estrategia comercial y de producto para España. Las nuevas exigencias parecían requerir a un gerente de empresa de carácter técnico, más que a un comercial. A pesar de ello, intentaron en un principio que TdF permaneciera de primero y HdH de segundo, cosa que este sabotéo como si le fuera la vida en ello, intrigando y peloteando con los jefazos -ingenieros del Max Planck algunos, colegas pués- con mala leche vengativa. Y se rumorea -no podía faltar en la historia- que con ayuda de la Concubina, celosa hacía tiempo (es que este no paraba…)
El desenlace, el sacrificio en la cumbre, vino cuando hace pocos días llegaron los dueños. Estábamos en el bar almorzando con nuestro jefe, condescendiendo este campechano con todos y le llamaron sobresaltándolo. La reunión con el fiambre político fué breve. En menos de cuarenta y cinco minutos, TdF había entregado portátil. llaves de coche y mando de puerta y se había consumado la Caída de los Dioses, con la concubina real -Roma no paga traidores- despedida al día siguiente. Asi que, como el rey ha muerto, viva el Rey (del hielo).
*Itagua, si lo lees, esto es tuyo.
Un saludete competitivo.