El destino o lo que prefieran creer se encargó de demostrar que Argentina, Brasil y la “Roja” no pudieran plasmar en el resultado las diferencias con Uruguay, Paraguay y Venezuela, respectivamente. Ya sea por la falta suerte, precisión o la actuación del arquero, como le pasó a los equipos de Sergio Batista y Mano Menezes. Tanto Fernando Muslera como Justo Villar (nuevo arquero de Estudiantes de La Plata) fueron imbatibles para los delanteros. Atajaron todo lo que fue al arco, incluso un penal cada uno, y significaron la principal causa por la que sus selecciones ganaron.
Sin embargo, esta nota no es un desmerecimiento para quienes accedieron a las semis. A cada uno con lo suyo le alcanzó para llegar a esa instancia aunque ni el plantel de Oscar Tabárez o el de Gerardo Martino demostraron ser lo que fueron en el Mundial de Sudáfrica 2010. Apenas un pizca de aquellos buenos equipos, ordenados defensivamente pero picantes y masivos en ataque. Lo único que preocupa es que el técnico uruguayo haya asegurado que jugaron como se lo habían planteado. A diferencia de éste, el entrenador argentino reconoció que pasaron de “culo”.
Algo similar le sucedió al conjunto de Claudio Borghi que cayó 2-1 con la “Vinotinto”. Este seleccionado, revelación desde la época de Marcelo Bielsa, se convirtió en una “potencia” más a nivel sudamericano. Su juego y afán ofensivo lo caracterizan como un equipo lindo para ver. A pesar de que no lo hizo bien en el primer tiempo. Desordenado, verticalmente torpe y falto de un jugador capaz para comenzar el ataque. Por el contrario, el conjunto de César Farías sí mantuvo el orden y la disciplina táctica aunque obviamente apostó a una contra o pelota parada. Así llegó el primer gol del ex central, Oswaldo Vizcarrondo.
En la segunda etapa, tras el ingreso de Jorge “El mago” Valdivia, el seleccionado chileno cambió. El actual jugador del Palmeiras la rompió. Estuvo en todos lados. Jugó e hizo jugar. Generalmente le dio buen destino a sus pases y cuando no pudo, desairó con sus gambetas. Además casi convierte un golazo de afuera del área pero la pelota pegó en el travesaño.
En los primeros 20 minutos del complemento, Chile pudo haber hecho, al menos, cuatro o cinco goles. Casi hace el tercero antes que el primero. El palo le devolvió a Humberto Suazo una media vuelta tremenda, Renny Vega encontró de casualidad un cabezazo de Gary Medel, Gabriel Cichero despejó en la línea una palomita de Alexis Sánchez y la mencionada jugada de Valdivia. Tanta mala suerte tenía Chile que daba lástima que no puedan convertir. Una vez que lo hizo, mediante otro buen giro del actual nueve de Monterrey de México, el equipo se sobrepasó de energía. Corrió mucho pero mal. Intentó seguir atacando pero no fue tan claro.
Venezuela recuperó algo de orden y le bastó con otra pelota parada para anotar el 2-1. Juan Arango ejecutó, el balón le picó antes a Claudio Bravo y Cichero empujó al gol que fue tan sorpresivo como inmerecido. En lo que restó, el equipo de Borghi sólo tuvo un remate de Arturo Vidal que el propio defensor de Newell’s sacó en la línea.
Así fue el trámite del encuentro. Nuevamente “salió” beneficiado el que jugó peor. De esta manera, Chile se sumó al grupo de injustos derrotados junto a Argentina y Brasil. Lo peor de esto es que los tres, después de comienzos dudosos, habían empezado a mejorar. Iban de menor a mayor. Por eso el sabor amargo es aún mayor.
Finalmente, las semifinales quedaron: Uruguay – Perú y Paraguay – Venezuela, el martes y el miércoles respectivamente. Esperemos que de una vez por todas, aquel equipo que juegue mejor y haga las cosas bien pueda acceder a la final. Aunque aún así esta edición de la Copa América evidenció la paridad de seleccionados que se nivelaron para abajo.