Venezuela debe cambiar del paradigma petrolero al energético

Por Everde @BlogEverde


  • Es momento de dejar de vernos como una potencia petrolera para ser un país energético, que produce combustibles fósiles pero que también impulsa los biocombustibles y las energías renovables, con inversión y marco regulatorio apropiados
  • El economista Alejandro Suels aboga por la producción de biocombustibles provenientes del reciclaje de aceite usado y del cultivo de la Jatropha curcas, llamada comúnmente piñón.
  • Organizaciones como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura IICA, impulsan el cultivo de Jatropha como “una de las mejores alternativas” para generar biodiesel en las Américas
  • Países que tienen políticas públicas y marcos regulatorios de biodiesel: Canadá, Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Nueva Zelanda, China, Argentina, Brasil, México, Colombia, Costa Rica, Perú, Ecuador. En inicios: Aruba, Guyana, Haití , Jamaica y República Dominicana en inicios.

Frente a un escenario innegable en el cual países, incluso caribeños y de menor extensión que Venezuela, están haciendo altas inversiones en energías diferentes a los combustibles fósiles, muchos opinan como este economista criollo, Alejandro Suels: ¨Venezuela debe ya dejar a un lado el paradigma de que es potencia petrolera y voltear la mirada hacia otras fuentes de energía¨.

Suels ganó el segundo lugar del Concurso Ideas 2011 con el proyecto Producción de Biodiesel Reciclando Aceites Vegetales Usados (en conjunto con Francisco Morandi). Esta iniciativa que propone un sustituto parcial o total de los combustibles de origen fósil también fue merecedora, en 2012, del Premio Ecológico Henry Ford, cuando fue presentada por la Fundación Tierra Viva como Estrategia para el Desarrollo Sustentable, bajo la teoría de que se pueden organizar comunidades para recolectar el aceite y procesarlo. Actualmente el producto se pierde en las cañerías, se exporta como materia prima a otros mercados en el extranjero, se destina a alimentos para animales (este uso ya está prohibido en la Unión Europea por su riesgo cancerígeno), otra parte se usa en la industria química (jabones y lubricantes) pero nada va a la producción de biodiesel. Entre sus bondades: es energía renovable, no es tóxico, disminuye la emisión de gases de efecto invernadero y es biodegradable. Sus nichos de mercado: exportación, los compradores nacionales y operadores en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Para el experto es el momento idóneo en Venezuela, porque existe déficit de combustibles, las empresas mixtas deben importarlo y además como otro argumento, el biodiesel es técnica y ambientalmente superior al petrodiesel. El estado ideal sería poder pensar en el biodiesel tanto del reciclaje de aceite vegetal usado como el logrado del piñón. Suels insiste en este potencial. El aceite vegetal usado es el que se obtiene después de freír de la comida, a éste se le añade lejía y un alcohol (metanol) y al pasarlo por una mezcladora se logra el biodiesel por un lado y la glicerina por otro, que sirve para la industria cosmética. El piñón, por su parte, es una planta que se da en el oriente y los llanos venezolanos. Lo que se necesita es su fruto, una pequeña nuez, de la cual se extrae el aceite.
¿Cómo llegaste a este proyecto? ¨Soy sumamente curioso. Un amigo me pidió asesoramiento sobre una finca que tenía en los llanos orientales donde el rendimiento agrícola era muy bajo. Quería saber si usarla para ganado o para producción forestal. Hicimos los cálculos. Vinieron unas petroleras que querían comprar aceite de palma porque la EPA (la agencia ambiental estadounidense) les pide que usen aceites lubricantes de origen vegetal como contribución al ambiente, por ser menos contaminantes. Así empecé a investigar sobre los biolubricantes y llegué a las semillas oleaginosas y de allí a la Jatropha curcas, que justamente crece en el oriente¨.

¿Qué características tiene el piñón? ¨Está en el oriente venezolano, no necesita mucha agua, regenera terrenos, puede darse en suelos semiáridos, es perenne (la planta dura hasta cincuenta años), no necesita tierras fértiles. Nos encontramos con un proyecto piloto de otros innovadores al norte del estado Miranda. Como proyecciones, tenemos que diez mil hectáreas pueden producir 25 mil toneladas/año de aceite¨.
¿Qué se necesita para iniciar la producción? ¨Algo que no se ha hecho, que el país decida que tiene que irse por la vía de las energías renovables. No hay ni estímulo ni prohibición para exportar biodiesel porque justamente no tenemos regulaciones sino para combustibles fósiles. Como no hay conciencia ni conocimiento la situación está en neutro. Muchos organismos han dicho ´qué buena idea´ pero no hay iniciativas de financiamiento. Conseguimos un primer aporte que se empleó para la infraestructura de la planta de reciclaje de aceite, hicimos remodelaciones, acometidas, etc. pero falta parte de la maquinaria para empezar a procesar aceite vegetal usado. No hablamos del proyecto de los piñones porque para eso habría que plantarlo primero. El mínimo de tiempo son tres años para empezar la producción¨. Según el economista, en cuanto al petróleo, ¨es el fósil el que tiene que amoldarse a una política de desarrollo sustentable del país, no al revés. Nuestro país tiene que fomentar seriamente las renovables. Los avances que se han hecho al respecto no se sabe en qué estado están, un ejemplo es la eólica, totalmente desconectada de la red. Con la solar, ésta se ha desarrollado en sitios muy aislados¨. La estrategia según Suels, es combinar las renovables con el petróleo. ¨Sacar tanta energía fósil como sea posible pero tanta renovable como sea necesaria para ir cambiando la matriz energética. El entorno tiene que variar. Hasta ahora no ha sido posible. Tenemos que dejar de ser petroleros para ser energéticos sustentables dándole impulso a las renovables, con incentivos financieros e incentivos fiscales. Cuando el entorno cambie vendrán inversionistas extranjeros o nacionales¨.
Lámina APSE. Otro de los nuevos proyectos que apoya Alejandro Suels es el de la lámina APSE. Se trata del aprovechamiento de los fotones de la luz para alterar el ciclo evolutivo de las bacterias patógenas, una aplicación de la biofotónica. En una lámina del tamaño de una hoja con dispositivos que captan los fotones, convirtiendo esa energía en ondas que alteran el ciclo de vida de mosquitos por ejemplo, transmisores del dengue y la chikungunya. Las ondas logran paralizar hasta el 70% de las larvas. No tiene efectos negativos. Es un invento que se generó en Panamá y se está promocionando en institutos de salud de varios países como método sostenible. La lámina se introduce en tanques o contenedores y el agua APSE se utiliza como ¨purificadora¨ de otras aguas. El efecto de la onda dura aproximadamente una semana. Pero la lámina se puede volver a cargar.
Por Heidy Ramírez Schmegner @ideagenial Miembro de la red Periodismo ante el Cambio Climático