Han optado por quedarse con su 7,8% de tasa de paro y mantener la “barbarie socialista“ en vez de sentir envidia por la democracia y el progreso que disfrutamos por ejemplo en el Estado español, que hoy sufre lo mismo que durante la década de 1980 padecieron la mayoría de países de américa latina: draconianos planes de ajuste presupuestario, privatizaciones salvajes, paro, pobreza, y deuda creciente con intereses por los cielos.
Casi todos los medios de comunicación del planeta estaban a disposición para suministrar propaganda gratuita al candidato avalado por la Internacional Ultraliberal con el fin de reconquistar Venezuela para los mercados.
La campaña de bulos alcanzó su máxima crudeza con la aportación de la caverna mediática derechista española: el diario de tradición franquista ABC publicó “pruebas” de que Chavez tenía un cáncer que solo le dejaba meses de esperanza de vida. No se cortaron ni inventandose medicamentos.
Aqui no nos pilló de susto: por desgracia estamos acostumbrados a que el fascio redentor publique sus propios deseos como si fuesen realidades.
Las encuestas falseadas que se han publicado tanto en Venezuela como en los principales medios internacionales durante toda la campaña electoral no han sido capaces de cambiar el resultado final. Un sondeo a pie de urna publicado al terminar la jornada, con las mesas aun sin cerrar, daba como vencedor a Capriles, en España “la caverna” no ha dudado en publicarlo c omo último intento desesperado por influir en la derrota del presidente socialista.
En Venezuela, con una participación de más del 80%, el 54% de los votantes han dado la mayoría a Hugo Chavez.
En España, los “demócratas” que califican a Venezuela como dictadura, disfrutan del poder gracias a que el 44% de votantes del 70% del censo que acudió a las urnas ese día, optó por el PP.
Los “demócratas” de extremocentro ultraliberal respiran aliviados porque aquí no existe, pero si en Venezuela, la figura del referendum revocatorio: si se consigue que el 20% del censo lo pida mediante firmas, se celebra un referendo a mitad de mandato para decidir si el presidente del gobierno sigue en su labor, o se le puede echar en caso de que haya obtenido el poder mediante falsas promesas, y esté incumpliendo el programa electoral.
Aunque no todo les ha salido bien: a la derechona española se le acaba de esfumar la esperanza de que los países de américa del sur se volviesen a abrazar al ultraliberalismo, para que los mercados llevasen sus miras especulativas de nuevo hacia sus economías. El mal ajeno hubiese supuesto un alivio para Europa, y sobre todo para Hespañistán.